Sigue leyendo
Música y Conciencia
Sigue leyendo
Tal y como escribí a la lista de mis contactos más próximos a mi zona geográfica, estamos viviendo unas fechas en las que, astronómicamente, ocurre un hecho único en el ciclo anual: el Sol comienza a hacerse notar en el momento en el que el “imperio de las tinieblas” (la oscuridad, la noche) está en su máximo poder.
Sigue leyendo
Lejos del mundanal ruido sanferminero, aquí me hallo, en Lyon (Francia), dentro del montaje del espectáculo “Carmina Burana” que el Orfeón Pamplonés representa junto a La Fura dels Baus en diversos escenarios a lo largo de estos años. En esta ocasión, de la mano de la Orquesta Sinfónica de Lyon y la dirección del maestro Ernest Martínez Izquierdo, actual titular de la Orquesta Sinfónica de Navarra.
Para comenzar este “potpourri”, os diré que este fin de semana pasado tuve la satisfacción de participar en una grabación del “Te Deum” del compositor navarro Felipe Gorriti, junto con la Coral de Cámara de Navarra, dirigida por su titular David Guindano, en el coro de la iglesia de los PP Carmelitas Descalzos de Pamplona. Siento el lapsus pero no logro recordar el nombre del magnífico organista que nos acompañó perfectamente en el trabajo. Cuando salga el disco al mercado os lo haré saber…
Queda en mi memoria aquella frase que no ubico en el tiempo, ni sé en qué escenario se produjo en mis recuerdos, pero que ha salido a colación por el desenfreno de actividades en las que estoy metido (¿imbuido?). La frase en cuestión era: “¡¡qué dura es la vida del artista!!”
Siguiendo con la tónica subjetiva respecto a la vivencia del tiempo (su aceleración), he realizado un ejercicio de parar y mirar a los días pasados y he quedado alucinado con los diversos momentos y actividades que “me ha tocado” vivir.
El pasado viernes, 17 de Diciembre, tuve el placer de cantar en el Baluarte de Pamplona (el auditorio de mi ciudad) la parte coral de la “II Sinfonía – Resurrección”, de Gustav Mahler. No era la primera vez que lo hacía pero ya mi recuerdo estaba casi en el olvido (hace más de 20 años que lo canté en la prestigiosa Semana de Música Religiosa de Cuenca), en lo que supone escuchar la explosión de matices de todos los colores que se dan cita en esta obra mientras esperaba el momento de cantar.
El tiempo, esa cuarta dimensión en la que vivimos en este plano, no sólo corre sino vuela, como dice el poema. Durante estas semanas de silencio en el blog, como podéis suponer, no he parado: ensayos preparativos de Conciertos (en Aoiz -Navarra- y Lisboa), viaje en Semana Santa, y posterior tarea de ponerme al día en todos los frentes (consulta, correo -temible retorno-, blog).
Aprovecho esta entrada para mostraros mi última experiencia de la capital portuguesa, ciudad históricamente volcada al mar.
Tengo entre bambalinas una entrada sin completar sobre el tema climático..., pero la temporalidad reclama esta nueva entrada.