Charla en Espacio Latidos
(¿Dispones de 4 minutos para leer este texto?)
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Desde el «Espacio Latidos», un lugar donde se facilita el equilibrio personal en diversas vertientes, me han invitado a dar una charla.
El título que he elegido para la misma (un poco largo) es: «¿La enfermedad es producto del azar, un castigo divino… o nos la provocamos nosotros mismos?». Este encuentro va a tener lugar el viernes 4 de octubre a las 19h. La dirección es: calle Monasterio de la Oliva nº9, 1º dcha (está en una planta de oficinas) en Pamplona.
En general, puedo afirmar con seguridad que la enfermedad es la consecuencia de situaciones de tensión o estrés de posibles orígenes múltiples: tóxicos físicos, situaciones de tensión no bien gestionadas, conflictos emocionales, falta de control mental, pesadas cargas que traemos sin saberlo en nuestros inconscientes…
Parto de una realidad incuestionable: nadie (de forma consciente y en su sano juicio) quiere enfermarse.
Mi abordaje de la enfermedad o de una vida conflictuada se dirige hacia la exploración de los posibles contenidos alojados en nuestro inconsciente y que impiden que seamos los verdaderos protagonistas de nuestras vida.
Y en ese escenario, las posibilidades de conflictuación son enormes.
Cada ser humano procedemos de un linaje concreto, con una serie de condicionantes. Los condicionantes que nos afectan se continúan a través de la familia nuclear en la que nacemos, y también por la educación escolar recibida, por nuestras relaciones (de amistad, de pareja), etc.
Lo experimentado a lo largo de nuestra vida y los modelos que observamos en el exterior, en otras personas, en otros ambientes, se convierten en el punto de referencia donde nos comparamos… Y así nos va.
Mi convicción es que cada persona somos un prototipo especial, único de ser humano. Nuestro referencial debería ser nuestro propio centro, nuestras propias características constitucionales, no las de nadie extraño (aunque nos unan con ellos lazos de intimidad, sangre, confianza, compromiso).
Desde la antigüedad, en las diversas culturas se han utilizado procedimientos para que las personas se pudieran guiar en la vida. La norma era el autoconocimiento. Ese «Conócete a ti mismo» inscrito en el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos nos lo clarifica.
En estos momentos de fácil acceso a la información, tenemos en nuestra mano la posibilidad de buscar y encontrar procedimientos accesibles que nos faciliten el camino de identificar nuestra estructura natal y responder así a la pregunta de «¿qué he venido a ser y con qué herramientas cuento para ello?».
La experiencia muestra que cuando conocemos, al menos básicamente, nuestra propia conformación original y nos disponemos a recorrer el camino de la vida usando las herramientas correctas, con la actitud adecuada, la vida se puede transformar en un regalo de oportunidades.
Al transitar por la vida presos del condicionamiento externo, sin conocer o sin hacer caso a nuestra propia constitución individual, surgen las tensiones, los desencuentros, los estreses de la vida.
Los seres primitivos, en la antigüedad, soltaban su estrés de forma inmediata a través de mecanismos muy primarios: lucha o huida. Con cualquiera de ellos, quemaban ese estrés.
El ser humano actual ha aprendido a arrastrar sus tensiones, sus dificultades, sus problemas, con lo que se ha ido cargando progresivamente… hasta que llega un límite. Al sobrepasar ese umbral, la tensión acumulada no tiene más remedio que depositarse en nuestros cuerpos generando disfunción, alteración de nuestro funcionamiento.
Según la importancia, intensidad y frecuencia de conflictos, los problemas en nuestros cuerpos serán de mayor o menos calado, pudiendo en situaciones de alta intensidad llevarnos a enfermedades graves y acabar con nuestro viaje por la vida.
La parte más importante para mí es que no concibo la existencia de un destino aciago esperándonos, trazando de forma forzada una trayectoria para que nosotros la sigamos ciegamente. Cada ser humano tenemos la capacidad de ser conscientes y de utilizar nuestras mejores elecciones en cada momento.
En última instancia, contestando a la pregunta del título de la charla, mi convicción es que está en nuestra mano padecer o disfrutar de nuestra vida.
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