Covid Persistente

COVID PERSISTENTE(¿Dispones de 10 minutos para leer este artículo?)

Siempre me gusta echar mano de los diccionarios cuando quiero exactitud ante la definición y uso de un término cualquiera.

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

En el título de este escrito, «covid persistente», me encuentro con un concepto mostrado a través de dos palabras, y con las dos se intenta designar una enfermedad que, según lo último que he leído, podría afectar a unos 65 millones de personas. Pues va a ser que no me cuadra.

Por un lado, está la palabra «covid». Con esta palabra definieron la enfermedad (en femenino) provocada por un coronavirus bautizado como SARS-CoV-2. No me voy a detener ni un segundo a hablar sobre la determinación clara y fehaciente de este nuevo virus ni en la desorientación de la teoría microbiana tomando a los diversos microbios como el elemento causal de las enfermedades.

¿Qué es covid? Pues ni más ni menos que un batiburrillo de síntomas sobre los que hay bastante que hablar. 

Se nos ha repetido que ha sido una infección respiratoria cuando, realmente, eso no es totalmente cierto.

En la covid se puede diferenciar una afectación respiratoria, sí, puesto que el daño principal fue acusado aparentemente por los pulmones. Pero no fue (es) una infección pulmonar al uso sino un daño vascular, endotelial más concretamente, de marcada textura coagulante.

Si no llega a ser por algún patólogo italiano, todavía estarían intubando y matando a diestro y siniestro a las personas que no pudieran introducir oxígeno en su sangre, al no poder atravesar éste las paredes de los alveolos pulmonares.

El resto de síntomas podían (pueden) confundirse con cualquier cuadro gripal o similar: fiebre, cansancio, dolorimientos musculares generalizados, cefalea, tos seca… O sea, un «trancazo».

Y ya, dependiendo de la fortaleza y juventud del sistema inmunológico de la persona afectada, el cuadro podía (puede) contenerse en unos días con molestias suaves o ser un cuadro más profuso de síntomas más agudos e intensos.

En resumidas cuentas, en lo referente a la palabra covid, yo, en lugar de definirlo como una enfermedad, lo catalogaría como una especie de «síndrome» con afectaciones diversas, sobre todo de coagulación de afectación endotelial, y de consecuencias multiorgánicas, no sólo respiratoria, aunque la neumonía fuera un punto importante en el diagnóstico clínico.

Con la utilización de la palabra «síndrome» no sólo me fijo en un cuadro de estirpe infecciosa, puesto que, por ejemplo, las repercusiones de la radiación electromagnética también pueden generar cosas parecidas. Un síndrome, a diferencia de una enfermedad, muestra la agrupación o mezcolanza de procesos y síntomas diferentes.

Y la segunda palabra del título, eso de «persistente», si vamos al diccionario de la RAE, viene a definir algo que perdura o continúa en el tiempo. O sea, covid persistente no es una enfermedad diferente de la covid. No es una enfermedad nueva. Es un síndrome covid que, por los motivos que fuere, sigue dando la lata.

¿A qué se le ha llamado covid persistente, prolongado o «long covid»? Ya en mayo de 2020 apareció en la literatura médica por primera vez este término haciendo evidencia de que una cosa era una enfermedad leve…, y otra cosa que ese proceso leve fuera breve.

Covid persistente sería, pues, el padecimiento de algunos o todos los síntomas del proceso denominado covid durante un periodo de tiempo más o menos largo. La propia OMS lo concretó de la siguiente manera:

«La condición post COVID-19 ocurre en personas con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS CoV-2, generalmente 3 meses desde el inicio de COVID-19 con síntomas que duran al menos 2 meses [el resalte en negrita es mío] y no se pueden explicar con un diagnóstico alternativo. Los síntomas comunes incluyen fatiga, dificultad para respirar, disfunción cognitiva pero también otros, y generalmente tienen un impacto en el funcionamiento diario. Los síntomas pueden aparecer de nuevo después de la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19 o persistir desde la enfermedad inicial. Los síntomas también pueden fluctuar o recaer con el tiempo».

Covid persistente ya está enmarcada en las clasificaciones internacionales de enfermedades: en el ICD-10 con el código U09.9, y en el ICD-11 con RA02. Se calcula que esta dolencia puede darse entre el 5 y el 30% de las personas afectadas con covid.

Los CDC norteamericanos tienen publicada una actualización sobre covid persistente a mediados de diciembre de 2022. Puedes consultarlo siguiendo este enlace. Y lo denomina de diversas formas: COVID-19 persistente, COVID-19 de larga duración, COVID-19 posagudo, secuelas posagudas de la infección por el SARS CoV-2, efectos a largo plazo del COVID-19 o COVID-19 crónico.

Como se puede comprobar en la web de los CDC, la cantidad de síntomas relacionados con esta entidad es algo que se sale de lo que llamamos una enfermedad.

Pero también es interesante saber que en la lista de posibles síntomas de la covid persistente hay muchos que coinciden también con los efectos adversos de las inoculaciones covid

No quiero caer en la generalización de que todas las personas con covid persistente están así porque se hayan inoculado, no. Pero es legitimo plantear que más de uno y de muchos estén sufriendo consecuencias de la presencia de la proteína espiga en sus cuerpos tras la inoculación de la orden específica de sintetizarla. No debemos olvidar que esta proteína es el elemento más tóxico del llamado SARS-CoV-2.

Se puede leer un artículo de la revista Science que describe el «vía crucis» de varias personas afectadas y la retirada de las instituciones de salud pública norteamericanas en el seguimiento y estudio de dichos casos. Entre otras cosas, temen que la información obtenida sea utilizada por los «grupos antivacunas». Literalmente:

«Investigar los posibles efectos secundarios presenta un dilema para los investigadores, ya que corren el riesgo de fomentar el rechazo a las vacunas que, por lo general, son seguras, efectivas e importantes para salvar vidas. «Hay que tener mucho cuidado» antes de relacionar las vacunas anticovid-19 con complicaciones…» [los resaltes en negrita son míos].

¡¡Inaudito!!  Anteponen la política sanitaria servidora de la industria farmacéutica al cuidado de las personas afectadas y su posible prevención. Su lema, visto lo visto, vendría a ser: mejor no investigar por si acaso el estudio nos sale rana y caemos en la cuenta de que nos hemos equivocado… o nos han engañado.

El Dr. Avindra Nath, director clínico del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, es quien dirige la investigación de los NIH (Institutos Nacionales de Salud) sobre las secuelas del asunto covid y es el autor del fragmento anterior publicado en Science.

Pero aunque apoya que las inoculaciones son seguras y efectivas, quiso publicar un artículo con 30 casos de personas inoculadas afectadas por covid persistente… y no logró que ninguna revista aceptara ese artículo. ¿Cuál es la causa? Más que la causa, la excusa que pusieron es que se trataba de casos observados, lo que se denomina un estudio observacional, no un estudio controlado y aleatorio.

¡¡Qué desfachatez!! Lo primero en Ciencia es dar luz y publicar las observaciones de casos que llamen la atención del colectivo científico para, cuando algo llame mucho la atención o se repitan muchos casos observados de un fenómeno, se dé cancha abierta a la organización de estudios de mayor rango de calidad para poder entonces afirmar o negar la vinculación o relación causal de tales hechos.

¡¡Una muestra más del fraude de la ciencia (con minúscula)!!

Hipótesis sobre las causas de la covid persistente hay varias:

  • La existencia de un subgrupo de monocitos (una clase de linfocitos) que estarían cargados de proteína espiga, vivirían mucho más tiempo de lo que les corresponde y que generarían un efecto proinflamatorio desencadenador de la famosa tormenta de citoquinas.
  • Un origen autoinmune. Se han detectado niveles altos de anticuerpos que, además de acabar con el bicho, poseen efecto de autoanticuerpo: o sea, atacan a tejidos sanos de la persona afectada.
  • La activación persistente de un subgrupo de linfocitos T, en especial en personas con secuelas neurológicas graves por covid.
  • La presencia de microcoágulos que persistirían mucho tiempo tras pasar el cuadro agudo de covid.
  • La propia toxicidad de la proteína estrella de estos últimos años (la proteína espiga) que, quedando de forma residual en diversos tejidos, podría generar sus efectos tóxicos durante más de un año.

De los antígenos estudiados del bicho es la proteína espiga, y no tanto las demás, la que más se relaciona con los casos de covid persistente. ¿Y cuál es la proteína que se ha ordenado sintetizar a los cuerpos de las personas inoculadas? ¡¡Pues eso!!

No estoy asegurando nada, pues todavía hay mucho que estudiar… si es que se permite estudiar sobre este tipo de hipótesis. Los que estudian este proceso afirman que «faltan estudios bien construidos».

Visto el panorama teórico-especulativo sobre el fenómeno covid persistente, lo que realmente es más importante para mí es ver qué ocurre con las personas afectadas, qué hacer ante una persona con estos síntomas, desesperada ante una situación que le impide vivir una vida normal… y que se va alargando en el tiempo.

Lo más fácil que he oído y leído ha sido insistir en la necesidad de inocularse para evitar esta situación. Pues va a ser que no. Al menos en los estudios que han llegado a mis manos, observo un máximo de un 30% de protección, pero hay otros estudios (con millones de personas en la muestra estudiada) que cuantifican la protección en un 15%… y hasta un nimio 7% (con casi 4’5 millones de personas tratadas en hospitales del Departamento de Veteranos del ejército de EEUU).

Entonces, a esos 65 millones de personas a las que he aludido al principio del artículo, que pueden estar afectados por ese síndrome llamado covid persistente, se les podrían agregar unos cuantos millones de personas más como posibles pacientes futuros tras su inoculación con la orden de generar la proteína espiga del bicho.

Aunque no es mi terreno y no tengo ninguna experiencia en ello, voy a dejar a continuación una serie de remedios que son recomendados por otros médicos que sí se codean con sustancias terapéuticas en su práctica profesional diaria.

  • Los protocolos de tratamiento de FLCCC: la organización Frontline COVID-19 Critical Care Alliance (FLCCC) ha desarrollado protocolos tanto para las personas con secuelas del covid como para las que sufrieron lesiones por las vacunas anticovid.

  • Desintoxicación de proteína espiga: el Consejo Mundial de la Salud (a no confundir con la OMS) ha identificado remedios que pueden ayudar a inhibir, neutralizar y eliminar la proteína espiga. Los inhibidores que evitan que la proteína espiga se una a las células incluyen la Prunella vulgaris, el té de agujas de pino, la emodina, el neem, el extracto de diente de león y la ivermectina. El Dr. Pierre Kory, del FLCCC, cree que la ivermectina podría ser el mejor método para atrapar la proteína espiga circulante.

  • Los neutralizadores de la proteína espiga, que evitan que la proteína dañe las células, incluyen a la N-acetil-cisteína (NAC), el glutatión, té de hinojo, té de anís estrellado, té de agujas de pino, la hierba de San Juan, té de consuelda y la vitamina C.

  • La alimentación con restricción de tiempo (TRE) puede ayudar a eliminar las proteínas tóxicas al estimular la autofagia, mientras que la nattoquinasa, una forma de soja fermentada, ayuda a reducir los coágulos de sangre.

  • Apoyo nutricional: El Dr. Al Johnson recomienda la vitamina C (para calmar la inflamación), la vitamina D (para optimizar la función del sistema inmunológico), el glutatión (para calmar la inflamación) y la N-Acetil-Cisteína (como precursor del glutatión).

  • El Dr. Peter McCullough informa haber tenido cierto éxito en el tratamiento de los síntomas neurológicos con fluvoxamina, un antidepresivo ISRS, mientras que un artículo de revisión de marzo de 2022 sugiere combatir los efectos neurotóxicos de la proteína espiga con los flavonoides luteolina y quercetina.

  • Una colaboración internacional que involucra a investigadores en Israel y los Estados Unidos también ha desarrollado lo que afirman ser una fórmula nutricional llamada «Restore». Aquí está la referencia.

Como ya he comentado previamente, no suelo utilizar remedios en mi práctica profesional. Mi trabajo va hacia otro tipo de realidad. Así que dejaré para un próximo artículo el tema sobre cómo oriento en mi práctica a las personas etiquetadas de covid persistente.

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Salud para ti y los tuyos.

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2 comentarios

  1. Muy buen artículo.
    Un apunte, antivacunas son los que están en contra de todas las vacunas.
    Yo y muchos como yo hemos sido tachados de antivacunas y no es así.
    Llevamos nuestras vacunas pero la del COVID no, ya que es una mal llamada vacuna al ser experimental.
    Gracias

    1. Hola, Marina.

      Muchas gracias por tu comentario.

      Sí, suele haber mucha confusión con el término, que se ha hecho tan arrojadizo como aquello de «negacionista». Cada vez me pregunto con más convicción e insistencia ¿quién es más negacionista?: ¿el que se plantea las cosas desde un puro y sano escepticismo… o quien se niega a ver más allá de lo que le han dicho que es la realidad?

      Salud para ti y los tuyos.

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