Descripción médica de un moribundo
Hojeando la revista del Colegio de Médicos, me he detenido en la lectura de un artículo en el que se transcribe una descripción del moribundo que el insigne clínico Dr. Letamendi plasmó en su obra ‘Patología General’. Observad el antiguo estilo descriptivo médico.
“Faz anémica de una apatía imponente; boca entreabierta; quijada prolapsada; párpados caídos, no cerrados; ojos inmóviles, sin mutuo concierto, pues aunque vean, no miran; nariz afilada, curtida por la isquemia y deprimida de ventanas por la inacción de sus alas; arcos cigomáticos salientes; orejas como desasidas y todo ello humectado por el trasudor de la angustia.
Cediendo el corazón en el vigor de su sístole, va convirtiéndose la ola arterial en pulso blando, delgado, intermitente, miuro, dudoso fugitivo. Conciencia expedita, ya abolida, generalmente remisa y turbia, que induce al moribundo a pedir luz y compañía por creerse solo y en tinieblas. Siente frío y neblina por engaño de su propio agotamiento.
No es raro que el agónico pase rápidamente desde la negra inconsciencia al más claro percibir y reconocer, y prorrumpa en exquisitos razonamientos sobre el trance en que se halla, lo efímero de su vida, la conveniencia del buen obrar, la confianza en Dios y otras especies trascendentales todas y edificantes, que en todo tiempo es causa de sobrecogimiento de espíritu para quien lo contempla y oye, por fuerte que tenga el ánimo y ajena a reflexión lleve la vida.
Tétrico, imponente es ver morir y muy digno de honor el médico que jamás se acostumbra a ello. Ante el espectáculo de las postrimerías de la vida, quien no sufre, carece de entrañas; quien no filosofa, carece de entendimiento.”
Salud para ti y los tuyos.