Educación sin Rumbo

Mi amigo y convecino Txema (gracias, Txema) me ha hecho llegar (pertenecemos a un grupo de correo Yahoo, al formar parte de un colectivo escolar alternativo) un documento del Profesor Víctor Moreno, una persona que ha dedicado muchas de sus publicaciones a la lectura y los jóvenes.

En el artículo que he recibido («Cuestiones nada transcendentales»), el Profesor Víctor Moreno plantea lo erróneo del discurso de los políticos y de la Iglesia en referencia a temas, según él, sin importancia en la incidencia de fracaso escolar entre nuestros jóvenes (la asignatura de ‘Religión’ versus ‘Educación para la Ciudadanía’). De este artículo voy a transcribir unos párrafos.

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«Visto lo visto, y leído, me pregunto si estos políticos tienen alguna vez tiempo para preguntarse por qué hay tanto abandono escolar en el sistema educativo actual. En 2007, el 30,8% del alumnado abandonaba la ESO. El doble de la media europea. Se trata de un guarismo que sí debería encender las alarmas del sistema, y no si la religión forma parte del currículo, es evaluable o biodegradable, o si la Educación para la Ciudadanía convertirá a quien la estudie en ateo, en homosexual, polígamo o en demócrata del PSOE.

Al final, parece que el sistema educativo funciona fatal, porque la religión y la educación para la ciudadanía no están normalizadas, grasiento error. El sentido común y la lógica despiadada de los hechos nos proporcionarán el espectáculo de que ambas asignaturas desaparecerán del mapa escolar. Y nadie las echará en falta.

Mientras tanto, la clase política no responde al problema del fracaso escolar, que aquí he delimitado en dos cuestiones: el citado abandono escolar y la forma de enseñar y aprender en que sigue instalado dicho sistema.

El sistema de enseñanza actual está calcado del que se viene practicando en las instituciones religiosas. El Estado lo adoptó en el XIX y su finalidad consiste esencialmente en preparar a las elites. La metodología que se practica, tanto en la red pública como en la privada, es la misma. De ahí que no se entienda por qué la Iglesia se obstina tanto en que en la red pública se dé religión cuando, metodológicamente hablando, se sigue a pies separados las orientaciones del Padre Astete o del P. Poveda. Y la metodología, la Iglesia debería saberlo mejor que nadie, aunque no sea marxista, es ideología concentrada.

A pesar de los avances pedagógicos en el terreno de la teoría, el método de enseñanza sigue imitando en la práctica el modelo de la catequesis o del catecismo. Autoritarismo y verbalismo son sus ingredientes básicos. Es un método de ordeno y mando. Yo explico, tú memorizas, tú respondes, yo te examino. Su resultado más sobresaliente es el aprendizaje del aburrimiento y de la irresponsabilidad. Y el desarrollo desorbitado de las orejas.

Si fuera conductista, diría que con estos métodos saldrán de dicho sistema sujetos conformistas, conservadores, poco críticos y nada creativos. Como no lo soy, me limito a constatar que el alumnado de hoy odia el esfuerzo, desprecia el trabajo, renuncia al placer aplazado, y sólo piensa en consumir y pasárselo bien, que es lo que recomendaba R. L. Stevenson en su libro «Virginibus puerisque» y que no tuvimos la «suerte» de hacer los padres de este alumnado díscolo y vago. O, si lo hicimos, ya se encargó la realidad de ponernos firmes en nuestro sitio.

El alumnado se limita a responder a la oferta que se le hace. Bastante hace con aguantar durante quince años el mismo sistema de enseñanza, autoritario y verbalista. El sistema no los tiene en cuenta más que como objeto de enseñanza, nunca como sujeto de aprendizaje. De ahí que los métodos de enseñanza actuales favorezcan la pasividad, el escolasticismo y el aburrimiento. Si deseamos que cambien los resultados del sistema educativo, no cabe más opción que transformar radicalmente los métodos de enseñanza y aprendizaje. Un asunto que nada tiene que ver con la religión ni con la ciudadanía ésa.»

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Salud para ti y los tuyos.

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