El Grupo Humano
A veces, cuando nos enfrascamos en una realidad concreta, perdemos de vista «la realidad». Algo así como lo expresa aquel dicho: «los árboles no nos dejan ver el bosque». Pues eso lo he comprobado una vez más en mis relaciones con el mundo que me rodea.
Como sabéis, al menos las personas que estáis siguiendo mi trayectoria a través de este blog, desde el momento en que me he posicionado a nivel social en un movimiento político, basado teóricamente en el respeto al ser humano, en la equidad y la ecología, estoy teniendo la oportunidad de volver a comprobar lo que es incuestionable.
El grupo (cualquier grupo) se construye a partir de individuos. Por ser tan evidente, muchas veces esta cuestión pasa de lo más desapercibida, y los individuos en cuestión es como si desaparecieran frente a la importancia de la novedosa realidad grupal.
La evolución del grupo, entonces, puede discurrir por senderos muy diferentes…, según los individuos que conformen dicho grupo. Y ahí está la bomba. En cada agrupación de personas existimos personas de todo tipo y condición, con distintas realidades (perfiles, necesidades, ideales, creencias…), cada cual «de su padre y de su madre».
Cualquier asociación, para aminorar esta posibilidad de «torre de Babel», coloca unas bases como cimiento o telón de fondo para que no se pierda la dirección por la que ha surgido la necesidad de unirse (conseguir o defender el objetivo que sea). Si esto es absolutamente necesario en aras de una mínima eficacia, no es suficiente para lograrlo.
¿Qué veo yo (y estoy comprobándolo en este nuevo grupo por el que he apostado) como fundamental para que el grupo (cualquier grupo) funcione? Que cada participante, cada individuo, esté bien fundamentado, bien cimentado como persona. No es tan importante si está bien preparado académicamente, si su retórica es rica, si tiene una buena visión de conjunto, si sabe resolver problemas…, aunque es evidente que todo esto puede ayudar, claro.
Lo verdaderamente importante, según mi parecer, es que las personas estemos en nuestro sitio, estemos centrados. ¿Qué significa esto? En pocas palabras, que nuestras necesidades básicas (alimento, acogimiento, afectividad, conciencia, espiritualidad…) las tengamos satisfechas y evitemos, con ello, acometer la relación con las otras personas y/o grupos con la imperiosa y neurótica necesidad de subsanar los vacíos propios…
Describir las relaciones humanas en unas pocas líneas no es tarea fácil, pero en este intento (claramente insuficiente) sólo pretendo compartir una experiencia que me ha vuelto a confirmar que el comienzo de toda realidad humana pasa, inexorablemente, por una buena construcción individual. Y esa construcción se forja en nuestros primeros años de vida, a través de nuestras experiencias en nuestro nido (mamá y papá) y en nuestra primeras salidas al exterior (amigos del parque, la escuela…).
¿Qué pasa, que de adultos ya la cosa está hecha y es imposible modificar aquello, llenar cualquiera de nuestras carencias? No digo eso, para nada. De hecho, en mi quehacer diario, estoy ayudando a que cada cual sea consciente de su propia realidad y pueda salirse de esa dinámica recidivante en la que los humanos caemos, en el intento infructuoso de llenar los huecos generados en nuestra niñez: pretender que todos me quieran, me apoyen, me feliciten, me atiendan, me, me, me…; y, cuando eso no sucede, reacciono al ataque feroz, abierto o subrepticiamente, escondido bajo tretas, artimañas.
En mi práctica profesional he ido aprendidendo a utilizar unas herramientas (Astrología, Diseño Humano) que nos aportan luz sobre cómo somos, mejor dicho, sobre cómo hemos venido a ser, en qué nos vemos condicionados (familia, educación, sociedad…) y qué mecanismos de defensa utilizamos de cara a vivir (neuróticamente, intentando evitar el dolor de la carencia…).
No es que yo me vea como un ser completa y perfectamente centrado, para nada, pues, en el día a día, me voy dando cuenta de que yo mismo y el resto de personas necesitamos (unas más que otras, eso sí) un «repaso» a nuestra constitución, a nuestra personalidad, a nuestra manera de mostrarnos y de conducirnos por las relaciones humanas. Hay mucha tarea por delante…, para que podamos organizar una sociedad con más pinta de «humana».
Salud para ti y los tuyos.