El Mundo de la Pareja
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En este texto voy a referirme a la importancia del emparejamiento y algunas de las dificultades constatables para poderlo vivir gozosamente.
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Esta vida, según mi parecer, la hemos venido a vivir de forma individual, con un programa particular (cada uno el suyo). La finalidad, repito que es en lo que creo, es conseguir experimentar una serie de cuestiones y pasar por unas vivencias con las que estamos marcados y para las que poseemos una serie de herramientas para darles salida.
En ese programa a vivir… también están las relaciones con otras personas. Ya empezamos nuestra experimentación con nuestros padres y hermanos. Y también suelen estar incorporados temas y condicionantes procedentes del linaje del que provenimos.
Y en este escenario que estoy describiendo, aunque lo que realmente venimos a vivir es nuestro propio ser, un tema importante que nos afecta a casi todos los seres humanos es el emparejamiento.
En consulta veo todo tipo de temas. La perspectiva psicosomática del ser humano ayuda a explicar no sólo los posibles síntomas que dañan al cuerpo con una carga temática específica, sino también a las experiencias de vida que «dañan» a la persona.
Uno de estos temas vivenciales que recibo en consulta es todo lo relacionado con las dificultades a la hora de salir al mundo a emparejarse, a la hora de encontrar la persona «adecuada», a la hora de mantener estable el emparejamiento, las infidelidades, las dificultades en el ámbito sexual, el dolor provocado por las separaciones… o por la muerte de la pareja.
Nada de lo que vivimos viene por azar. Siempre es posible encontrar una o varias causas que expliquen la «idoneidad» de lo que ha sucedido o está sucediendo en estos momentos.
La primera cuestión con la que nos tropezamos, al menos en este mundo occidental en el que vivo, es que nos emparejamos… antes de tiempo. Antes de terminar de pasar esa etapa a menudo volcánica de la adolescencia, antes de centrarnos en la adultez, ya estamos buscando a esa otra persona.
¿Y para qué montamos esa búsqueda tan activa? Los factores condicionantes son múltiples y, la mayor parte de veces, inconscientes.
- Llenar el hueco de un ancestro fallecido de una forma dramática intentando mitigar el dolor del clan.
- Llenar el hueco de un padre o una madre ausentes o que no han cumplido su papel debidamente de cara a las necesidades de su hijo o hija.
- Llenar el hueco de un gemelo que se quedó a medio camino, que no sobrevivió sino unos días o alguna semana y del que nadie se enteró… salvo la persona que acude a consulta.
- Compensar la inseguridad que se ha forjado en la primera infancia.
- … y un sinfín de otras situaciones.
Todo esto y más es lo que debe irse aclarando en el encuentro con la persona que acude a consulta. Como se puede comprobar al leer/escuchar esos ejemplos anteriores, la finalidad más frecuente es compensar una carencia.
¿Cuál es el objetivo de una consulta? Ir revisando los posibles factores de los que se sospeche de cara a ir «limpiando» la información que se esconde en el inconsciente de la persona y que provoca la atracción a otras que no son las más adecuadas para organizar una vida gozosa en pareja.
Pero, además, no contamos habitualmente con la realidad de que cada uno de nosotros venimos a este mundo con una serie de características que, creyendo no poseerlas, proyectamos en la otra persona.
Si construimos una relación de pareja por este motivo, esa pareja nos servirá sólo hasta que nos demos cuenta de que esas características que vemos en él/ella ya las poseemos en nosotros mismos sin necesidad de permanecer emparejados.
Y tampoco sabemos, por total desconocimiento sobre nosotros mismos, las herramientas que poseemos a la hora de poder mantenernos o no con facilidad en un compromiso tan importante como es el de un emparejamiento a largo plazo.
Hay un montón de personas, casi el 70% según las estadísticas que maneja Diseño Humano, que eso del compromiso a largo plazo, de primeras, le «chirría» como una nota desafinada en un coro angelical.
Hacia el 40% de los seres humanos, además, poseen una característica en su mapa de Diseño Humano que les facilita una mayor independencia, la no necesidad de mantenerse unidos a otra persona. Por supuesto que eso no es una condición obligada para que ese 40% de personas vivan solas.
Cuando una pareja solicita información sobre el equipo que han formado… desde la perspectiva de Diseño Humano se aprecian mecanismos tanto de atracción como de condicionantes de la propia relación.
Existen parejas, por ejemplo, que no permiten un espacio mínimo para que cada uno pueda vivir experiencias propias (se llaman parejas «cerradas» o «sin aire»), pero hay otras en las que vivir experiencias propias, cada uno por su cuenta, va a ser un revulsivo para poder compartirlas y mantener la relación.
¿Quién dijo «café con leche» para todos por igual?
Como se puede comprobar por lo comentado más atrás y por otras muchas cuestiones que se han quedado en el tintero, el mundo de las relaciones de pareja es amplísimo. Y poco se consigue ante un problema suscitado mirando hacia otro lado o colocándose unas gafas de ésas con las que se puede acceder al multiverso de la ficción.
Los programas o las interferencias con nuestro programa que no identifiquemos en nuestras vidas… muy fácilmente se repetirán sin fin hasta que nos demos cuenta y lo solucionemos o hasta que explotemos de cualquier forma, también inconscientemente, y lleguemos incluso a enfermar.
Si estás afectado/a por este tema, te pica la curiosidad sobre qué tipo de factores se han confabulado, o lo están haciendo todavía hoy, que te impiden vivir una relación de pareja gozosa, y quieres solucionarlo, puedes utilizar el formulario de contacto de este mismo blog.
Nunca es tarde para aclarar e intentar solucionar cuestiones pendientes.
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