Eutanasia

EUTANASIA Imagen de Dieter_G en Pixabay

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Voy a escribir sobre un hecho que me ha llamado la atención. Realmente son dos, y han coincidido en el espacio y en el tiempo.

El Congreso de Diputados de España acaba de aprobar por 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones, la Ley de Eutanasia. Ahora corresponde llevar el texto al Senado, en un paseo parlamentario sin pena ni gloria, un sinsentido que nos cuesta a los ciudadanos de este país una gran cantidad de dinero, para que termine siendo publicada en el Boletín Oficial del Estado y aplicada (ya el próximo 2021) en la realidad social española.

Fue ayer mismo, 17 de diciembre, cuando unas horas antes, al lado del Congreso, hubo un homenaje del Consejo General de Colegios de Médicos a los galenos que han fallecido en la pandemia por Covid-19 realizando su labor de servicio. Curiosa coincidencia, tanto espacial como temporal.

Ahora voy a pasar de los hechos a las opiniones. Las mías, por supuesto. Y es que en este tema observo dos varas de medir por el colectivo médico.

La eutanasia se ha considerado (se está considerando actualmente) un derecho básico de la persona, y así se está legislando. Elegir morir, bajarse del tren de la vida, cuando ya las condiciones del mero subsistir son lastimosas, dolorosas… dramáticas y sin posibilidad de remisión.

Hasta la fecha, el Sistema Nacional de Salud, con la colaboración y apoyo del colectivo médico, esta necesidad del alivio al enfermo terminal se concretó en la creación y desarrollo de las Unidades de Cuidados Paliativos. Este servicio ha mejorado, sin duda, las condiciones de dichas personas, al final de penosas enfermedades. Ha sido mucho lo que se ha hecho en este ámbito y, en términos generales, ha sido muy positivo. Todavía falta mucho por conseguir pero la dirección es correcta.

La representación del colectivo médico está diametralmente en contra de considerar la eutanasia como un acto médico, puesto que en el cumplimiento de la futura ley se contempla la participación de médicos. Y aquí está surgiendo la idea de la «objeción de conciencia», algo que también se generó cuando vino para quedarse la ley del aborto.

Me parece correcto que un médico no quiera participar, en conciencia, en la muerte de un ser humano. Hasta ahí, no pongo ningún reparo. Pero es que esta ley se está confeccionando para unos supuestos muy claros: el de esas personas que sufriendo intensamente las garras de una enfermedad, no ve alivio ni mucho menos solución a su situación.

Todo este tema me trae el recuerdo de aquella mujer que, postrada en su lecho de dolor, viendo que su vida se le iba escurriendo cada vez más en condiciones más precarias, invalidantes, sin futuro, estaba siendo cuidada, mimada en todo momento por su pareja, ya sin posibilidad de tan siquiera comunicarse normalmente con él. Como último acto de amor, su pareja le ayudó a morir… con el consiguiente revuelo social (y judicial).

Ahora, mis compañeros de profesión protestan por el nacimiento de esta ley de eutanasia. ¡No se puede quitar la vida a nadie! ¡Y menos, un médico! Y sacan a relucir el código deontológico. Voy a dejar aquí los comentarios del Dr. Serafín Romero, presidente del Consejo General de Colegios de Médicos de España.

«… Nosotros consideramos que una ley no puede describir que la eutanasia sea un acto médico. No está en la esencia, ni en el ADN de la profesión. Antes de plantear una ley de eutanasia, no hay que dejar a nadie atrás, sin cuidados paliativos. Y hay miles y miles de personas que no reciben cuidados paliativos.

… Hoy nos sentimos especialmente tristes como profesión, porque entendemos que a través de una ley el acto médico se ha equiparado a la eutanasia, y propiciar la muerte de un paciente se ha recogido en una ley».

Y ahora va mi pregunta a mi ilustre compañero: ¿Cómo llamarías a lo que en miles de ocasiones se hizo en los asilos durante esta primavera pasada, en la etapa más angustiante de la pandemia, con los ancianos que, a criterio «médico-político», no pudieron tener acceso a una atención en los centros hospitalarios?

¿Cómo se le llama a aparecer un médico en uno de estos centros mortuorios y, desde la puerta, mirando la situación, dictamina «sedación», «sedación», «sedación»… cientos y miles de veces?

¿Dónde estaba el órgano rector de los médicos españoles en esos momentos? Parece ser que mirando a otro lado. Lo dicho: dos varas de medir.

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Salud para ti y los tuyos.

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4 comentarios

  1. Doble vara de medir o, hipocresía elevada al absurdo.
    Las negligencias médicas cuestan más vidas q los accidentes de trafico, son la tercera causa de muerte, si no ha sido ya superada por el suicidio, en todos los países dnd la medicina moderna, alopática y occidental se ha terminado por imponer.
    Se agradece tu humildad, Silvano, por ser, también, médico.
    Aupa

    1. Hola, Nadauha.

      Muchas gracias por tu comentario. Comparto contigo que a los médicos, en general, nos hace falta bastante humildad y velar de la mejor manera posible, sin efectos adversos, por la salud de las personas enfermas que nos consultan. A partir de ahí, la exigencia de estar lo más informados posible de cara a ayudar mejor, de establecer el mejor servicio.

      Salud para ti y los tuyos.

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