Industria y Justicia: ¿igual de veloces? (1)
Es evidente que la pregunta del título es retórica, pues todo el mundo que se pare un poco a observar la trayectoria del mundo y el sistema social que está montado en él, se dará cuenta de que la Industria vence por goleada a la Justicia.
Y así ha sido desde que la Industria existe. Con cada cosa que se descubre como novedad, tanto sea aplicada a la alimentación, a la agricultura, la industria de los plásticos, químicos, fármacos, etc, se inicia una carrera sin freno para poder introducir en el mercado cada uno de esos descubrimientos lo antes posible y con las menores trabas posibles.
¿Y por qué de la existencia esas trabas, si todo va a ser para el «bienestar del ser humano»? Pues también es una pregunta retórica: porque siempre y solamente es para el bienestar (ya sin comillas) de la propia Industria.
Ha habido la necesidad de estructurar un muro de contención social, a través de organismos nacionales e internacionales de control sanitario, para evitar la incorporación de cada uno de estos productos en el mercado, dado que, en muchas ocasiones, cada sustancia o aparato ingenioso puestos en el mercado ha generado daños a las personas, bien particularmente o como colectivo.
Y siempre ha ocurrido, y sigue ocurriendo, que quienes avisan de la necesidad de precaución a cada uno de esos descubrimientos, son tachados de «trogloditas», contrarios al avance de la humanidad… cuando no de locos paranoicos, que sólo ven y presagian catástrofes por doquier.
Ahora mismito ha llegado la noticia de una sentencia de la Justicia europea (podéis verlo si clicáis este enlace) en la que ha tachado de «extremadamente preocupante por sus propiedades tóxicas» a una de esas sustancias químicas (el Bisfenol A) que ya se suponía que era inadecuado para su uso libre por los efectos que podía producir en el medio ambiente y en las personas que lo ingerían sin querer.
Pues han tenido que pasar un montón de años para que esa sustancia que generalmente se usa para la fabricación de plásticos (botellas, tetinas de biberón, chupetes…) esté incluida en el grupo de sustancias causantes de daños hormonales, y específicamente en la reproducción.
¿Cuántos insecticidas, herbicidas, y otra serie de químicos están sueltos por este mundo con toda libertad, antes de que pueda ser corroborado por un organismo oficial de que son peligrosos o lesivos para la salud humana y/o medioambiental?
Todo lo anterior parece enfocado al mundo de las sustancias… pero, en lo intangible, en el capítulo de las ondas y campos electromagnéticos no va mejor la cosa. Ahora está en ciernes la apertura al mundo de las redes 5G. No nos enteramos pero estamos inmersos en un mundo de ondas y campos, y la Ciencia todavía no identifica (o no quiere identificar) los efectos sobre la salud de una radiación no ionizante. Parece que sólo puede hacernos daño, interferir con nuestro propio funcionamiento, las radiaciones causantes de calor… Vamos a ver qué pasa en unos cuantos decenios…
Detrás de todo este montaje hay un sinfín de cifras de dinero de un montón de dígitos, que parece hace nublar la visión objetiva de las personas que deberían estar más vigilantes para impedir posibles daños a las personas y al medio ambiente.
La Industria, con su gran contingente de personal científico investigando para ellos y para sus propósitos, y con una cantidad ingente de dinero para publicar estudios que avalan sus propios descubrimientos, no se detiene sino que acelera más y más en su carrera hacia «el desarrollo» sin importarle, aparentemente, las consecuencias directas o a largo plazo que puedan provocarse de ello.
Y para los lectores que hayan llegado hasta aquí pero que se hayan encallado en la pregunta que he formulado en el título de este escrito, la respuesta es clara y la repito: la Industria va mucho más veloz que la Justicia.
Para defendernos de esta realidad, no tenemos más remedio que protegernos con nuestro sentido común y la cautela, el «principio de precaución», a la hora de dar crédito a cualquier cosa que se nos diga por parte de la Industria (en general) sobre lo beneficioso y maravilloso que tal o cual producto va a ser para el ser humano y para el mundo.
Apoyemos, pidamos, exijamos la realización de estudios rigurosos e independientes, no relacionados con la propia Industria para determinar si algo es saludable o nocivo antes de su implementación generalizada.
(Continuará…)
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Salud para ti y los tuyos.