Interesante ADN
De vez en cuando me toca leer artículos (me llegan o los leo en varios blogs que picoteo con cierta frecuencia) que se refieren a la estructura y la función del ADN, nuestra caja negra o, mejor dicho, nuestro plano arquitectónico funcional que interactúa constantemente recibiendo señales y volviéndolas a emitir para «ordenar» todo este puzzle complejo que somos cada uno de los seres humanos.
Es curioso cómo gran parte del mundo científico se ha afanado en estudiar esa mínima parte de nuestro ADN (un 2-5 %) que tiene como función sintetizar proteínas, dejando fuera del estudio, por ignorancia, ese otro 95-98 % del ADN que, hasta hace bien poco se le denominaba «ADN basura o chatarra». ¿Cómo es posible que tal cosa sea así? ¿Que no sirva para nada importante ese 95-98 % del ADN?
Pues hete aquí que, durante estos años de atrás, científicos rusos se han dedicado a estudiar, precisamente, esa otra gran parte del ADN humano, llegando a conclusiones sorprendentes para un lego en la materia (como soy yo) e importantísimas para la Humanidad, dado que abren la puerta a la posibilidad de modificaciones de nuestra esencia (de nuestro ADN) a través de interactuaciones vibracionales coherentes (sonidos y frecuencias) a nivel de rangos de microondas (es curioso que se estén criticando ahora las emisiones de microondas por las estaciones de radiofrecuencia en nuestras ciudades como causa de rupturas de ADN, como posibles causantes de diversos cánceres…).
Me parece inaudito (pero lo leo con mucho interés, por su coherencia) que el ADN funcione como funcionan los diferentes lenguajes en el ser humano, a través de unas unidades básicas (semejantes a los fonemas del lenguaje) que son los nucleótidos del ADN. Y es a partir de ahí desde donde el Dr. Peter Gariaev (con su equipo en Moscú) ha llegado a las conclusiones que le han permitido variar el funcionamiento de glándulas endocrinas y retrasar el envejecimiento de células humanas.
No es casual que, criticando como este científico critica la orientación de la millonaria inversión que la Industria está colocando en el desarrollo de híbridos entre seres biológicos genuinos y recombinaciones genéticas artificiales, se le haya cerrado el chiringuito, tachándole de ser un paladín de la pseudociencia. Es interesante plantearse las preguntas clave: ¿A quién no le interesa que sigan adelante los descubrimientos sobre la potencialidad de modificar la información genética sin peligrosos híbridos intermediarios? ¿Quiénes son los policías que persiguen y encorsetan como «no científico» lo que se sale del paradigma del momento?
En otras entradas me he referido a investigadores como Gregg Braden, Dan Winter y la geometría sagrada del ADN. Dentro de este otro tipo de artículos sobre el ADN hay algunos que vienen con una aureola más espiritual y a través de una famosa línea de canalizaciones (me refiero a Kryon y a su principal voz en Occidente, Lee Carrol).
A modo de resumen, estas fuentes dicen que cada ser humano llevamos a Dios en nuestro ADN, a través de una conexión total con toda la información de nuestra propia persona, de todas nuestras experiencias (registro Akásico) y de la interconexión con todo lo que existe, dada su naturaleza holográfica (habrá que acordarse de aquella frase de Hermes Trimegisto: «Como es Arriba, es Abajo» (eso del tan traído y llevado «Macrocosmos y Microcosmos»).
Salud para ti y los tuyos.