La construcción de la seguridad (1 de 2)

LA CONSTRUCCIÓN DE LA SEGURIDAD (1 DE 2)

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Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

Acabo de escribir un texto corto para el Boletín MAI con el mismo título. Ahora, ya sin la limitación del número de caracteres, voy a basarme en lo ya escrito para extenderme un poco más.

Como especie animal gremial que somos, los seres humanos necesitamos pertenecer al grupo para sobrevivir, para sentirnos seguros.

Esto lo vemos muy fácilmente en sitios recónditos de la geografía mundial donde todavía algunos seres humanos viven como en la prehistoria. No ser aceptado por el clan, por la tribu… implica la muerte. Para alcanzar esa primera seguridad, no basta sólo con nacer dentro de un poblado sino que la tribu debe aceptar la presencia del nuevo miembro.

Superado ese primer escollo, que en nuestra época y civilización ya no es tan crudo y real, al primer cimiento de esa seguridad personal se le llama «energía materna».

Aquí pueden surgir pequeñas dificultades a la hora de entendernos al emplear el lenguaje, por lo que voy a ocupar los siguientes párrafos para tratar de aclarar los diferentes conceptos, el significado de los diversos términos que nos podemos encontrar al hablar de estas cosas.

Por una parte, está la «figura materna», nuestra madre física. Es la máxima representante teórica y potencial de esta energía materna a la que me estoy refiriendo. Es la persona que nos ha dado la vida, la primera casa andante que hemos habitado en nuestra construcción prenatal.

Por otro lado, está lo que se entiende como «figura femenina»; o sea, una mujer. Que puede ser nuestra madre o no. Un ser humano con caracteres sexuales femeninos. Vamos a dejarlo ahí.

Por último, está lo que se denomina «energía femenina». Y aquí puede referirse a un hombre, a una mujer o a cualesquiera de esas intersecciones que ahora están tan en el candelero. Eso dará igual, mientras esa persona esté pertrechada de unos atributos que voy a señalar a continuación.

Un ser con energía femenina es cuidador de los suyos, del hogar, que sabe nutrir y contener emocionalmente a los niños. Una persona acogedora, sensible, receptiva, conciliadora, adaptable. Con estas características, pienso que está claro el retrato de este ser humano.

A muchos, al escuchar esta descripción, nos vendría ligado al concepto «madre», pero la biología se ha estructurado de forma ancestral, a lo largo de toda la existencia de la especie humana, de una forma muy inteligente.

Desde un punto de vista biológico, las personas teóricamente con más energía femenina son las mujeres diestras y los hombre zurdos. Tal cual. El tipo de ser humano que va a estar más predispuesto a enfocar su atención al interior del nido y lo que allí ocurra. Es evidente que esto no contradice o evita el que, en la actualidad, mantenga una actividad, por ejemplo laboral, fuera del nido.

Con este texto intento mostrar de una manera fácil de entender la importancia que tiene para la construcción de la seguridad básica de un niño el que esté en contacto con una energía materna en condiciones.

Si es la madre, pues fenomenal. Pero también puede ser otra persona con esas dotes especiales que he descrito antes: el padre tras una separación de su pareja o al quedarse viudo, una tía biológica cercana, una abuela, una hermana mayor…

Este primer asiento de seguridad es vital para un niño pequeño hasta, mínimo, los tres años de edad, aunque puede alargarse este plazo dependiendo también de las propias características de la criatura. En este sentido, por ejemplo, bebés con signo Ascendente Tauro o Cáncer, o con la Luna en Tauro o Cáncer, van a necesitar más apego materno que otros.

La seguridad que se adquiera en esta primera etapa de la vida va a tener una gran repercusión en las siguientes fases. Y eso es algo que me toca ver en consulta con bastante frecuencia. La finalidad del proceso: ayudar a reconstruir ese primer cimiento de seguridad.

Ejemplos hay muchísimos, dado que las posibilidades son prácticamente infinitas. Y además, todo depende de la subjetividad de la persona.

Imaginaos un niño (aquí daría igual su sexualidad biológica) que nace en un hogar estándar, en el que los dos adultos trabajan fuera de casa y que, tras el preceptivo permiso de maternidad/paternidad, a los 4 meses se le lleva al niño a la «guardería infantil». Aclaro que no me gusta nada ese nombre pues parece que su finalidad sea la de guardar niños, como si fuera un almacén de objetos.

Si el niño en cuestión está adornado de ciertas predisposiciones como las que he descrito más arriba, con mayor necesidad de contacto materno, sacarle de ese piel con piel con la madre puede generar una bomba en su interior… o no. Porque también es posible que en ese nuevo sitio se encuentre con una persona de grandes atributos maternos y que los ejerce con total mimo y cariño.

Otro ejemplo que se daba con cierta frecuencia hace más de dos generaciones era el que un hijo pequeño fuera «dado» a personas allegadas (tíos carnales, generalmente) para que se encargaran de él. Esto solía suceder cuando el niño formaba parte de una familia numerosa y la pareja adulta en cuestión no tenía hijos.

¿Qué consecuencias podrían derivarse de esta situación tan aceptada y normalizada tiempo atrás? Imposibles de describir en este texto por su gran variedad: desde la mayor de las normalidades, sobre todo cuando la pareja que recibió a la criatura la acogió amorosamente, hasta grandes conflictos de inseguridad, miedos diversos, sentimiento de ser rechazado… La lista, repito, puede ser interminable.

Otro caso muy típico: el niño pequeño que, tras un siguiente embarazo de la madre es llevado a la casa de la abuela, generalmente materna, para su cuidado durante una temporada. Así, la madre podría estar más desahogada a la hora de dedicar su energía al recién llegado.

Ésta es una solución muy práctica… pero que podría traerle al niño consecuencias muy desfavorables en su evolución como adulto. Miedos al abandono, sensación de desmerecimiento, de desvalorización, búsqueda permanente de la aceptación de los demás, búsqueda de una madre en las relaciones de pareja, etc.

Todo esto puede llegar a suceder, aunque de forma no obligada, por supuesto, habiendo sido tratado el niño en cuestión de forma totalmente correcta, afectivamente hablando. Imaginaos lo que puede llegar a suceder cuando se encuentre el niño frente a la figura de una madrasta malévola, tétrica, como la de los cuentos infantiles.

Puede ser un horror. Pero como para prácticamente cualquier situación hay excepciones, la historia de vez en cuando nos muestra a personas que desde unos inicios aparentemente deplorables, al menos no deseables para un niño, se han forjado una adultez exitosa y a prueba de conflictos.

Mi trabajo consiste en recibir personas que sufren alguna de las consecuencias tan desagradables que he descrito más arriba. En ocasiones, la propia persona no es consciente de dónde parte su problema. Otras veces, en cambio, ya el diagnóstico lo trae hecho.

Pero la cuestión no reside sólo en establecer un diagnóstico claro y exacto del proceso que le ha provocado la situación actual, sino en ayudarle a reconstruir ese gran primer cimiento de seguridad que toda persona debería haber llegado a estabilizar en los primeros años de su vida.

Podemos servirnos de una característica muy importante de nuestro inconsciente. Todos los datos que guarda en sus archivos, coloreados de vivencias y factores varios, están contenidos en modo presente. Esto quiere decir que si damos con el procedimiento para que la persona relaje su cuerpo y pueda trascender su mente viajera, se puede llegar a modificar ese guion que estaba impreso a fuego a lo largo de tantos años.

Es un viaje alucinante para las personas y un trabajo de acompañamiento que me aporta total satisfacción.

Aprovecho este texto para informaros de que ya he acabado de escribir un libro en el que describo y muestro todo este proceso con una serie de ejemplos de diversas enfermedades y conflictos. Ahora mismo está en fase de revisión y espero que pronto saldrá a la luz.

Os mantendré informados.

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Salud para ti y los tuyos.

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