¿La Inmunidad es un Juguete? (1)
Como ya he comentado en la entrada anterior, nuestra inmunidad es un sistema de protección vital que poseemos en nuestros organismos frente a cualquier intruso o condición malévola que menoscabe nuestra supervivencia.
Con el avance de la Ciencia, y siempre dentro del paradigma microbiano en el que estamos, por el que los culpables de nuestras enfermedades casi siempre son los gérmenes del exterior, se han ido desarrollando acciones que han tenido la finalidad de «mejorar» la perfección de la maquinaria defensiva de nuestros organismos.
Lo más socorrido ha sido aumentar la sensibilidad de nuestro sistema frente a los gérmenes exteriores; y esto fue logrado, por ejemplo, con la creación de las vacunas. Y las vacunas han sido (y lo siguen siendo) uno de los pilares de la Medicina Científica moderna.
Desde hace ya muchos años, y lo digo con total honestidad, no soy partidario de un uso indiscriminado de las vacunas, y menos con el auge que les están dando últimamente, con la administración protocolizada de un sinfín de vacunas para procesos que no lo requieren, a unos niños con un sistema inmunológico que está todavía sin madurar.
Se está viendo que, cada vez más frecuentemente, están apareciendo trastornos alérgicos (una respuesta superlativa y descontrolada de nuestro sistema inmunitario a sustancias que no son enemigos nuestros) y enfermedades autoinmunes (en las que nuestro sistema inmunitario identifica una estructura corporal como un enemigo a destruir).
Con este párrafo anterior no pretendo afirmar la relación causa-efecto total entre la aparición de estas enfermedades y la utilización de estimuladores de nuestro sistema inmunitario, pero la coincidencia temporal de los hechos y siendo el sistema inmunológico el protagonista de ambas realidades, no lo puedo dejar pasar sin mostrarlo.
Según la Psico-neuro-endocrino-inmunología, el mejor método para alcanzar una funcionalidad óptima de nuestro sistema inmunológico es una vida tranquila, buenos alimentos, unas relaciones personales sanas y un buen encauzamiento de nuestra energía en objetivos gozosos. Todo lo contrario a mantenernos en un estrés continuado, en un ambiente tóxico del cual nos alimentamos, y a alimentar el miedo, tanto en las relaciones personales como en las relaciones sociales (laborales…). ¿Cómo te parece que es la situación actual en la que nos movemos en el siglo XXI?
Mi opción, por ejemplo, ante las gigantescas campañas de vacunación a la población hambrienta y desprotegida del tercer mundo, sería invertir todo ese dinero en el fomento de unas buenas condiciones de habitabilidad: mínimamente, alimentos y agua en condiciones; y, por otro lado, salir de sus territorios, dejar de esquilmar sus recursos naturales, suprimir el estado de terror y de guerra continuos…, cesar el peligro continuo de supervivencia de una población que permanece atemorizada en su día a día.
(Continuará)
Salud para ti y los tuyos.