Medicina, salud y cambio climático
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Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
De vez en cuando me cuestiono si estoy obsesionado con mi mirada crítica hacia cómo va la cosa en el terreno de la salud. Y es que considero que nuestra práctica médica habitual debería estar enfocada hacia la salud. Parece lógico, ¿no?
Pero lo que leo, día sí día también, no deja de alimentar mi necesidad de seguir mostrando lo absurdo de la realidad que nos está tocando vivir en la actualidad.
Esa media verdad del «One health», desde donde se ha estructurado uno de los ejes de la Agenda 2030, no sólo se está contabilizando en el balance general de nuestra salud.
Si sólo fuera tener en cuenta fomentar el buen funcionamiento del ecosistema del que formamos parte, me parecería correcto. Los diseñadores de la fatídica Agenda 2030 han sabido colocar en sus fundamentos unos títulos ciertamente atractivos y, no puedo negarlo, interesantes para quien no está acostumbrado a leer detenidamente y entre líneas.
¿Cómo puedo negar la importancia de vivir en un hábitat que funcione correctamente, en equilibrio? ¿Cómo negar que cuanto más sano esté el entorno donde vivimos, más sanos podremos estar los humanos?
Pero una cosa es apoyar esa finalidad genérica, que secundo sin fisuras, y otra muy diferente es centrar la atención del médico hacia la locura colectiva del pretendido cambio climático como eje de nuestra labor asistencial.
Nos llevan bombardeando incesantemente en estos últimos años con el lobo del cambio climático y que su existencia se debe en gran medida a la irresponsabilidad de los seres humanos, que nos estamos empeñando, erre que erre, en destruir el planeta.
Vuelven a utilizar medias verdades. No niego que el ser humano pueda ser irresponsable a la hora de preservar el medio en el que vivimos. Pero de ahí a culpabilizar al humanito de a pie del fenómeno de la contaminación ambiental y la destrucción del planeta, va un abismo.
¿Me van a decir que lo que cada uno contaminamos el entorno con el uso de nuestros vehículos privados es comparable con la enorme cantidad de carga medioambiental de las grandes industrias contaminadoras?
Más allá, ¿me van a decir que para preservar la salud del entorno en el que vivo debo limitar mi «huella de carbono» (otra entelequia de este discurso distópico) y, por ejemplo, prácticamente eliminar la proteína animal de mi dieta?
Si prestamos atención a los movimientos que se ven en las alturas, acabo de leer en un medio de divulgación médica digital que el «presi» del Consejo General de Colegios de Médicos, o sea el más de lo más en la jerarquía corporativa médica, ha sido nombrado, atención, «miembro de honor de la Alianza Médica Contra el Cambio Climático».
¿Cómo os quedáis?
Esta alianza se acaba de formar y el Dr. Cobo ha sido elegido el primer miembro de honor. ¿Cuál es su mérito? Pues el mismo por el que fue distinguido el pasado año con la Cruz al Mérito Militar, eso sí, con distintivo blanco, al ser una persona ajena al ejército. También leo en otra noticia que posee la Orden del Mérito Policial.
La verdad es que se lo montan a la perfección para construir asociaciones, ligas, alianzas de este tipo, otorgándose medallas y honores ficticios como niños cambiándose cromos a la salida del colegio.
Pura fachada. Postureo, como lo llaman los millennials. Aparentando de cara a la población que los temas en los que están son de interés general. Y todo, como en otras esferas que podéis recordar, para nuestro bienestar y el de nuestro planeta.
Voy a transcribir una frase del insigne galeno al agradecer esta última y hueca «distinción». Palabras que pueden mostrar blanco sobre negro la calaña de esta gente: ha expresado su firme compromiso personal y profesional para…
… «trasladar la información científica y el conocimiento de la profesión médica a la sociedad para combatir el negacionismo, promover un enfoque One Health y poner en marcha acciones y políticas en beneficio de la salud del planeta; en definitiva, en beneficio de todos nosotros y de los sistemas de salud».
Por favor, señor Cobo, dedique sus esfuerzos para que los médicos, esos profesionales a los que representa, puedan atender adecuadamente a los ciudadanos, y deje de marear la perdiz con un tema que ya se está desvirtuando y cayendo en desuso por su propio peso.
Hasta el más insigne de los atizadores sobre el tema, Bill Gates, azote durante años de los negacionistas del cambio climático, acaba de realizar unas declaraciones en una entrevista en la que ha venido a decir que bueno, que ese tema del CO2 no es para tanto, que la humanidad no va a desaparecer por este motivo.
La inercia de los aplaudidores tipo foca sigue en pie, como piedras rodando cuesta abajo por una ladera. Y así se lanzan alegremente cifras de muertos por cuestiones climáticas, cuando sólo son estimaciones ficticias que asumen como hechos reales y comprobados…
Sólo son juegos de números al introducir en las estadísticas de mortalidad unos cálculos de factores climáticos sacados de la manga respecto a las temperaturas y su variabilidad.
Con este motivo se convocan reuniones internacionales, se editan informes anuales con cientos de sesudos personajes dándole a sus neuronas en un intento de cuadrar cifras con la línea ideológica de quien suelta la pasta.
Y llegan a decir que, por ejemplo, en Europa ha habido más de 181.000 muertes provocadas por el calor extremo entre 2021 y 2024. De esta cifra esperpéntica, a España le corresponden más de 27.000 muertos.
¿De qué psiquiátrico se ha escapado esta gente? (con mi total respeto a las personas que sufren de enfermedades psiquiátricas)¿Dónde están los certificados de defunción que señalen las altas temperaturas como causa fundamental de la muerte de esas personas?
No hay datos que apoyen sus hipótesis. Ningún dato fiable y constatable científicamente hablando. Lo mismo que sucede con el otro gran tema de las vacunas.
Veo en una publicación de mi admirada Dra. Karina Acevedo Whitehouse que hace referencia a un reporte del Departamento de Energía de los EEUU en el que expertos en clima y modelaje estadístico llegan a las siguientes conclusiones:
El impacto económico del CO₂ es menos dañino que lo que se ha indicado hasta ahora.
Las políticas «verdes» agresivas ocasionan más daño que el daño provocado por el clima.
Las acciones propuestas hasta ahora no logran influenciar el clima global de forma significativa.
No hay evidencia de un incremento real de huracanes, tornados, etc.
El CO₂ en el planeta genera beneficios, incluyendo el crecimiento de las plantas y el reverdecimiento del planeta.
¿Se están enterando? Ah, pero es que los gerifaltes a los que me he referido al comienzo en lugar de leer este tipo de cosas están preparando la siguiente reunión donde van a seguir repartiendo cromos y honores entre los profesionales que tragan cualquier cosa.
Como ejemplo de su estulticia, lo que ha declarado la insigne ministra de Sanidad en la mentada jornada organizada por la nueva Alianza Médica contra el Cambio Climático:
«La crisis climática es la primera causa de salud pública».
«La acción climática es una de las mejores políticas de salud».
No me voy a detener lo más mínimo a intentar entender lo que ha querido decir con esas frases. No tengo tiempo para tonterías.
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Salud para ti y los tuyos.