Muertes por calor
(¿Dispones de 6 minutos para leer este texto?)
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Sí, ya estamos en verano otra vez. Hace nada que estábamos en invierno protestando por el frío y porque al cielo le estaba dando por llover. Así es el humano de inconformista y protestón.
En invierno se suceden los resfriados y, en casos más notables, las neumonías. Es un proceso de enfermedad caracterizado por la inflamación y condensación del tejido pulmonar. Lleva pareja la insuficiencia de la función respiratoria y suele estar relacionada con un sinfín de gérmenes que pululan por ahí, a su alrededor.
¿Son la causa? ¿Son el efecto inmediato de lo que está ocurriendo en esos tejidos enfermos? Eterna diatriba. La lista de esos microorganismos es enorme: más de doscientos tipos de virus de afinidad respiratoria, además de bacterias, hongos, parásitos y otras sustancias tóxicas.
En los casos en los que la salud ya está deteriorada por edad, por deficiencias multiorgánicas, etc., puede derivar a la muerte. Suele ser uno de los finales más frecuentes de los seres humanos cuando nos llega la hora de irnos.
Pero ahora el tema es el verano y el calor. El nuevo «yuyu» organizado por el «aparato de la verdad única» que nos gobierna en el mundo.
En pocos días he leído noticias de gran alarmismo en las que se mencionan las muertes provocadas por el calor, según los medios, en un avance importante y preocupante. Y lo que me ha dado pie a escribir este texto es el último artículo de Fernando del Pino Calvo-Sotelo: «Escuela de Calor 2025».
Este autor hace referencia en su artículo a la moda instaurada en los medios de comunicación de alertar a la sociedad del nuevo «coco»: el exceso de calor, proveniente, claro está, de lo que tienden a llamar «cambio climático».
Describe unos estudios y noticias que dan al traste con la tesis oficial que sigue reafirmando, erre que erre, la tendencia peligrosísima en el aumento de las temperaturas (tanto en los continentes como en los mares) y el aumento del también peligrosísimo CO2, propiciador del efecto invernadero.
Y es que la AEMET, la Agencia Estatal de Meteorología, se dedica entre otras cosas a realizar proyecciones a futuro a partir de una serie de modelos estadísticos que no tienen nada que ver con la realidad. Exactamente lo mismo que se hace con esos cálculos tan aparentemente científicos sobre las muertes que han salvado las mal llamadas «vacunas» covid.
No hay datos reales sino proyecciones a futuro de una serie de datos hipotéticos tomados como reales con los que se han estructurado los modelos matemáticos. Puro humo.
¿Qué es una muerte por un golpe de calor? La definición es bastante clara. Una persona recibe una cantidad excesiva de calor, bien por un choque brusco o por mantenerse en temperaturas elevadas durante más tiempo del conveniente, y los mecanismos automáticos que sostienen la vida se rinden.
¿Pero qué pasa? ¿Es tan fácil que una persona muera? ¿Los seres humanos no tenemos la capacidad suficiente y necesaria de adaptación al calor y nos vamos a morir por el aumento de la temperatura ambiental? Efectivamente, nuestro sentido común nos va a decir que no, que esto no es así.
Una persona en situación normal va a generar de forma automática e inmediata una serie de cambios internos cuando su cuerpo comience a notar ese aumento térmico.
Lo primero que vamos a notar con la aparición del calor es que comenzará a ser molesto, provocándonos sequedad de mucosas con la consiguiente sed y cierto cansancio o debilidad.
Si somos lo suficientemente burros y no hacemos caso a las señales, fácilmente habrá otro escalón en los indicadores. Los cambios de tensión arterial y el funcionamiento del termostato corporal, regido por nuestro sistema nervioso central, nos provocarán otros malestares más incómodos, llegando al mareo, náuseas, alteración de la consciencia hasta el posible desvanecimiento, delirios…
A partir de ahí suenan las máximas alarmas de peligro para nuestra vida.
En personas ya con una salud deteriorada o en ancianos y niños pequeños, el asunto se vuelve más preocupante, y habitualmente el sentido común de las personas de alrededor evita que el asunto vaya a mayores.
¿El calor puede descompensar un equilibrio inestable en la salud de una persona enferma, ancianos y niños pequeños? Sí, es verdad. Pero al leer las cifras que se prodigan en los medios de comunicación sobre, por ejemplo, las 1180 muertes producidas «por» el calor entre mediados de mayo y mediados de julio de este año 2025, hace surgir en la mente de un médico-como-yo-con-la-mosca-detrás-de-la-oreja-por-temas-similares la primera pregunta: ¿dónde están esos certificados de defunción en los que se explicita el factor calor como «causa fundamental» de la muerte de esas personas?
Y, a continuación viene la segunda pregunta: ¿Qué médico en su sentido común puede afirmar por sí mismo que esos miles de personas han fallecido «por» el exceso de calor?
¿No será esta cifra resultado de nuevas maneras de contar los casos jugando con los algoritmos? Ya las tablas del sistema MoMo, que hace el recuento de fallecidos tanto en España como en Europa, incorpora desde hace algún año los fallecimientos «por» factores climáticos. Una osadía que no está ahí porque a alguien, sin más, se le ocurriera.
No dan puntada sin hilo.
Así que ¿debemos preocuparnos por si se nos achicharran las neuronas que han logrado sobrevivir a las sangrías, cervezas y demás? La respuesta rotunda es no.
¿Qué debemos hacer ante la aparición de unos días de temperaturas elevadas? Respuesta fácil:
- Dejar de estar al sol en hora punta. Sobre todo dejar de hacer ejercicio o trabajar a pleno sol.
- Refrescarnos e hidratarnos. ¿Os acordáis del clásico botijo de los pueblos? Pues eso.
- Cuidar de las personas que no puedan tener su sentido común tan en primera línea: ancianos y niños pequeños. Sin generar alarma, por favor.
- Si no podemos estar fresquitos en casa, salir a zonas de arboledas, jardines públicos. Siempre hay alguna zona interesante para estar. Que se lo pregunten a los jubilados. Lo saben todo.
- Y dejarnos de crear falsas alarmas y nuevos motivos para generar miedo.
Puestos a comentar cosas al respecto, me parece realmente absurdo que el ayuntamiento de Madrid cierre los jardines del Retiro, por ejemplo, porque el calor es peligroso para la salud de las personas y allí, en la sombra, les puede dar un jamacuco…
Más que culpabilizar de este tipo de cosas y sucesos al cambio climático sería interesante centrar la atención en las personas que toman decisiones de ese tipo, así como en las que alarman en los medios de comunicación y procurar que se hagan mirar «la pedrada» que tienen en sus cabezas.
¡¡A disfrutar del verano!!
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Salud para ti y los tuyos.