Música por Amor al Arte
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Al acabar esta semana, si tuviera que resumirla, diría que sólo veo pentagramas, notas musicales por doquier y el idioma de Göethe… y es que ayer terminó una fase de conciertos con el tema del Requiem Alemán, de Johannes Brahms.
En mis frecuentes colaboraciones con el Orfeón Pamplonés, suelo participar en conciertos en los que, por necesidades numéricas vocales, se suele echar mano, tradicionalmente, de elementos que refuerzan el coro base.
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Y éste ha sido el caso, al preparar el Orfeón, de la mano del maestro Igor Ijurra (buen músico y mejor persona), dos conciertos con la Orquesta Sinfónica de Bilbao, para el jueves 7 y el viernes 8 pasados, en el Palacio «Euskalduna» de Bilbao, con los solistas Marta Matheu (soprano) y Detlef Roth (barítono), todos bajo la dirección del maestro Günter Neuhold.
Una de las expresiones que se suelen oír en este mundo es «¡qué dura es la vida del artista!». Y yo añadiría que, sobre todo, cuando no lo es de forma profesional. Me explico con este mismo ejemplo: para estos conciertos, tanto la orquesta como los solistas, como el maestro director, no tenían otro menester, «otro pito que tocar», que gozar con la sublime música de Brahms. Pero para el coro, la cosa ha sido más bien distinta…
Se da la curiosidad de que el Orfeón Pamplonés es un coro amateur, aficionado…, pero que genera un trabajo profesional, con resultados equiparables a esa categoría en la que viven los más aventajados intérpretes musicales…
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Conclusión: que tras el turno de trabajo consiguiente (teniendo que cambiar turnos para poder cumplir con los horarios de ensayos y conciertos…), dejar apañada la familia (sobretodo en el caso de mis compañeras, que llevan a su cargo el buen funcionar de dicho organigrama), lidiar con los posibles achaques (en estos días, sin pretenderlo, he sido testigo de unas cuantas situaciones de lumbalgias y otras lindezas entre el personal cantante), han decidido cumplir sus compromisos con la entidad musical y prestarse, con humor y moral a prueba de bomba, a dos horas de autobús, ensayo y vuelta en autobús, bocadillo en mano, para llegar pasada la medianoche a casa…, de martes a viernes. En los días de los conciertos (jueves y viernes), con algo más de tensión, si cabe, por la propia responsabilidad de la actuación.
Yo, habitualmente, en mi vida cotidiana, no suelo tener mucha relación social, entre mis estadas en la consulta y el tiempo dedicado frente a esta máquina…, y estas experiencias las aprovecho conscientemente para tomar información de primera mano de cómo marcha la sociedad de a pie.
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A este colectivo pertenecen personas de lo más variopinto: parados, amas de casa, profesionales de diversos ámbitos, obreros, empresarios, policías y otros funcionarios, estudiantes, jubilados y prejubilados… Y, en esas horas de convivencia forzada, además de superficialidades y diálogos fáciles, también hay ocasión de entablar conversaciones más profundas, y de ver cómo están ganando terreno los smartphones de cualquier tipo…, constatables, sobresalientes en la oscuridad del ambiente nocturno de un autobús…
Expresar lo que se siente al interpretar una música de la exquisitez de este Requiem Alemán de Johannes Brahms no es fácil. Emociones diversas, intensidad, dulzura, esperanza ante el devenir de la muerte… En fin, si tenéis oportunidad de escucharlo, no lo dudéis…
Gracias Orfeón por hacerme partícipe de vuestros trabajos; aunque, a la hora de escribir estas letras, esté siendo consciente del cansancio físico y vocal que genera semejante ritmo de actividad, sobre todo cuando tengo por delante otros compromisos musicales… Pero, aun y todo, merece la pena acompañaros en vuestra experiencias. Es una gozada.
Salud para ti y los tuyos.
Hola Silvano,
extraordinario post, te felicito.
Te he escuchado a tí, y lo comparto, que las casualidades no existen, por ello el sábado se acerco hacia mí un libro y no tuve más remedio que comprarlo y leerlo.
Trata de como abordar procesos de reflexión interna y cambio interior, y el punto más descatado es orientarte hacia temas que te gusten, cosas, proyectos, ideas que te ilusionen.
De tú post, extraigo que las personas que estáis en el Orfeón, lo hacéis porque disfrutáis porque tenéis ilusión y esa es una de las claves de la felicidad.
Un abrazo
Jose Antonio
¡Hola, Jose! Muchas gracias por el comentario. Pues sí. Todo en este coro es ilusión, ganas de sacar la mejor versión posible de la obra en ciernes…, aunque eso suponga un esfuerzo extra para sacarle algo más de tiempo a la vida cotidina y destinarlo en la preparación de las obras.
Salud para ti y los tuyos.