Navidad y Brahms

Tal y como escribí a la lista de mis contactos más próximos a mi zona geográfica, estamos viviendo unas fechas en las que, astronómicamente, ocurre un hecho único en el ciclo anual: el Sol comienza a hacerse notar en el momento en el que el «imperio de las tinieblas» (la oscuridad, la noche) está en su máximo poder.

Es la venida del Cristo, la energía Crística, que avisa del gran poder luminoso que va a ocurrir durante el Solsticio de Verano, allá por finales de Junio, en el Hemisferio Norte (donde vivo). Y para esto no hace falta ser creyente de nada, de ningún rito religioso (creados éstos por los hombres para poder «ayudarnos» a entender una serie de cosas y, a la par, someternos a su poder terrenal).
La celebración de la Navidad es esto, precisamente, pues hace referencia al nacimiento de esa energía «Crística» en la fase de mayor oscuridad en esa parte de la Tierra. ¡Qué inteligentes que fueron quienes fecharon el nacimiento de Jesucristo en esas fechas! (¿alguien sabe, exactamente, cuándo nació Jesucristo? No es una pregunta realizada con «maldad» sino motivada por mi curiosidad de saber…).
De todas formas, también me pregunto: ¿por qué en el Hemisferio Sur celebran la Navidad en esta misma fecha cuando, astronómicamente, esta realidad ocurre justo seis meses más tarde (o seis meses antes, según se mire)?. La respuesta obvia la sé: porque así se lo enseñaron quienes les llevaron el mensaje esperanzado de la Natividad. Pero no me refiero a eso…
Durante estas fechas, también suelen concurrir atracciones y repulsiones a la celebración de la Navidad. ¿Qué pasa en estas fechas para que las personas se posicionen tan claramente a favor o en contra, para que nadie se quede como si nada?
Lo que yo creo que ocurre en las personas a las que no  les gusta las navidades es que, a nivel inconsciente, estas personas actualizan sus necesidades afectivas sin cubrir (generalmente vacíos vividos en la infancia), con lo que estas fechas tan ligadas a la familia, a las relaciones afectivas, provocan la repulsión antes descrita…
En mi caso, estas fechas las he vivido rodeado de un ambiente musical poco habitual. He colaborado como coralista en las filas del Orfeón Pamplonés en el montaje del «Requiem Alemán», del compositor Johannes Brahms. Estamos habituados a escuchar música de Requiems, música fúnebre, hacia las fechas de Semana Santa (en el año litúrgico cristiano).
Pero, en esta ocasión, no ha sido así, y también le encuentro sentido, pues ¿qué es la muerte sino la antesala de la vida? En prácticamente todas las religiones, aunque haya tristeza y dolor en la despedida de las personas a las que no vamos a ver más en carne y hueso, se intenta hacer ver que subyace una alegría inherente al hecho de «volver a vivir». Unas religiones lo visten de «vida eterna», otras de insertarnos en una rueda de vidas («reencarnación») que se van enlazando hasta llegar al proceso de iluminación…
En la cantidad de años que llevo cantando, por diversos motivos, nunca había tenido la posibilidad de participar en ningún concierto con esta espléndida obra, aunque dicho Requiem es una pieza clásica del repertorio sinfónico-coral. Y siempre tuve ganas de estudiarla y cantarla…
La ocasión de cantar en el Orfeón Pamplonés siempre es dichosa para mí, y esta vez, en los dos conciertos que hemos dado con la Orquesta Sinfónica de Navarra bajo la direccion del maestro Ernest Martínez Izquierdo (días 22 y 23 pasados), ha sido una gozada.
Puro romanticismo con momentos de fuerza, de sentimiento, pianísimos sublimes, y la participación de dos solistas con papeles destacados. Es bueno recordar que Brahms compuso la obra en fechas alrededor de la muerte de su madre…, y esto se nota. No sólo hay música fúnebre en esta partitura sino que también es un canto de esperanza.
Aunque estoy acostumbrado a cantar como solista en un escenario, no hay ningún tipo de comparación posible cuando se canta un «obrón» de este tipo dentro de un coro de esta categoría. He tenido la oportunidad de emocionarme en algún momento…, y eso, menos mal, no se nota en el resultado global (je-je). También me ocurrió en algún otro momento cuando, al final, como colofón a los dos conciertos, interpretamos el villancico «Noche de paz»… En fin, que me voy haciendo mayor (je-je).
Te deseo, amable lector, una buena entrada en el actual ciclo anual. También que puedas escuchar en algún momento pausado este Requiem de Brahms (aunque sea enlatado). Y atención a lo que vaya sucediendo a lo  largo del 2012… Me imagino que va a dar mucho que hablar, y va a ser necesario usar los filtros pertinentes para no dejarnos embaucar por cualquier autor de teorías «new age» tan en boga actualmente pero sin mucha raíz en la realidad. No nos dejemos llevar por burdos catastrofismos, sino trabajar por el buen sentido que nos lleve hacia una vía de crecimiento y de respeto a este planeta que nos permite vivir sobre él.

 

Salud para ti y los tuyos.

Comparte esta entrada

4 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.