La Piel, los Monos y la Psicosomática
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Ya no saben qué utilizar para mantener el miedo en la población. Parece que cuando un tema deja de tener tirón, aparece otro que lo sustituye como relevo en una permanente actualización de titulares.
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Ahora es la «viruela del mono». Como ya ha tenido sus días de gloria la hepatitis aguda fulminante… o lo que se quiera poner en las primeras planas de los medios de intoxicación masiva, ahora aparece este otro tema.
Lo que no se suele relacionar al principio de escuchar una noticia como ésta es por qué se le llama «del mono» cuando parece ser que los monos no son el animal reservorio del bicho en cuestión. Se sospecha que son unos pequeños roedores.
La historia que he leído en los propios documentos de los CDC norteamericanos es que la viruela del mono se descubrió por primera vez en 1958 cuando ocurrieron dos brotes de una enfermedad similar a la viruela en colonias de monos mantenidos para la investigación. De ahí el nombre «viruela del mono».
¿Vamos fijándonos en cómo se van produciendo las nuevas enfermedades que afectan a diversas especies o que saltan con facilidad de especie a especie? Pues ni más ni menos lo que ha ocurrido con el dichoso coronavirus: aparecen tras experimentos llamados de «ganancia de función».
Estas investigaciones, éticamente reprobables, son intentos de la industria biológico-farmacéutico-militar para crear nuevos gérmenes que sirvan de armas biológicas y/o de las que se puedan sacar de ellos las vacunas necesarias ante un «ataque enemigo». Y esto lo están haciendo desde hace un montón de años prácticamente todos los países con cierto poder económico-militar.
Esto no es ninguna Teoría de la Conspiración ni un «fake o bulo». Quien así lo afirme estará dando muestra de su especial idiotez o de a qué juega realmente.
Aprovecho el tema de la «viruela del mono» para describir qué pasa con este tipo de cuadros desde mi perspectiva psicosomática, que es realmente a lo que me dedico profesionalmente. Y voy a comenzar por los problemas que se muestran en la piel.
En general, desde la perspectiva psicosomática, cada órgano, víscera o zona corporal están relacionados con temas específicos que las personas no enfocamos o gestionamos de forma inadecuada. Todo lo que no vivimos o expresamos de forma adecuada en nuestra vida, nuestros inconscientes, a través de nuestros cuerpos, nos lo harán ver.
Así, la piel, en su conjunto, y sin ánimo de ser exhaustivo, nos habla de varias cuestiones. A saber.
- Epidermis (la capa más superficial): es la parte de la piel que nos permite conectar con algo/alguien o es la frontera que nos separa de algo/alguien. A grandes rasgos, cuando la epidermis «protesta» con algún síntoma (eczemas, heridas, vitíligo, psoriasis…), nos está mostrando la existencia de algún conflicto a resultas del contacto con algo/alguien (una relación tóxica, por ejemplo) o por la separación de algo/alguien (un duelo abierto).
- Dermis (la capa más profunda de la piel): forma una sujeción, un soporte que nos da protección. Uno de los conflictos más frecuentes de las lesiones dérmicas es el de «suciedad». Están aquí representados el acné, los quistes, los cánceres, las celulitis (las infecciones profundas de la piel).
Y es aquí donde voy a colocar esta forma de patología a la que le están llamando la «viruela del mono». Desde mi perspectiva, la variedad de bicho que sea que origine el cuadro o su proveniencia, si es amigo habitual de los monos o de los roedores, o si viene desde África aprovechando alguna barcaza de las que cruzan el estrecho o a través de un viaje organizado de agencia, no es importante para mí.
Yo me voy a fijar en la apariencia de las lesiones, qué tejidos afecta, en qué parte del cuerpo está asentando y la cronología de los hechos a la hora de construir la historia personal de la lesión en cada persona en particular.
Me la trae al pairo si al jefe del departamento de Dermatología del hospital 12 de Octubre de Madrid, como leí en una entrevista que le hizo un diario digital que no voy a nombrar, este tema le «da miedo, mucho miedo». A mí, más que miedo, me da un coraje de alta intensidad leer semejante memez en boca de un profesional médico.
¡¡Dedícate a otra cosa, chaval!!
Así nos va la cosa en el tema sanitario: los propios encargados de serenar y acoger al enfermo en su dolor se dedican a generar miedo a la población.
Volviendo al tema principal, decir de primeras, que esas lesiones (como los herpes) tienen «una pinta fea», como de «suciedad». Así pues, detrás de su aparición pudiera haber algo «turbio», algo que se vive o se ha vivido como sucio. Hay también un lecho infeccioso-inflamatorio, por lo que el tema está sobrevolado por un entorno de enfado.
En esta enfermedad, además de las lesiones cutáneas, también hay fiebre, malestar general, cansancio, quizá afectación en garganta. Posteriormente, aparecen ganglios inflamados y posibles infecciones bacterianas en las lesiones cutáneas y en los pulmones. En África, la mayoría de los pacientes son niños y la tasa de letalidad (en las condiciones de escasa nutrición y demás en las que se suelen encontrar) oscila entre el 4 y el 22%.
Si vemos la localización de las lesiones, podríamos intentar acercarnos al marco relacionado con el conflicto en sí mismo. Cuando aparecen en zona genital, es evidente la indicación de que el conflicto toca temas sexuales. Cuando afecta a las manos, entra a formar parte de la ecuación algo que la persona ha hecho con sus manos.
En el caso de los niños, generalmente, suelen actuar como espejo y hacen referencia con lo que les ocurre a algo que está coleando entre sus padres o adultos de referencia. Tampoco se pueden descartar contenidos conflictuales que le lleguen al niño desde etapas iniciales de su vida (gestación-nacimiento-1 ó 2 años de edad) o desde información proveniente por su pertenencia a una familia concreta (conflictos transgeneracionales).
Lo primero que se debe hacer es no generalizar ni lanzar mensajes apocalípticos a la primera de cambio. Algunos ya somos mayorcitos para tolerar eso.
Y lo segundo a hacer, totalmente ligado a la idea anterior, es particularizar, individualizar cada caso. Ver qué ha pasado en cada persona concreta, ver su historia, los antecedentes ligados a las pistas que nos puedan dar las lesiones que le afecten.
Pues en lugar de hacer esto, los dirigentes de la sanidad ya están diciendo de vacunar a las personas que sean contactos directos de los enfermos con la vacuna de la viruela. Y, no os lo perdáis, no sé si habrá dinero para otras cosas pero ya se han puesto a la cola para comprar miles de estas vacunas.
Sí, sí, que nos falta de poner la vacuna de la viruela.
¿No queremos taza?… ¡¡pues taza y media!! Las farmacéuticas están que se salen en sus previsiones de beneficios a futuro. ¡¡Auténticamente, de locos!!
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