Sáhara y el Globalismo de la OMS
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Por aquí y por allá, y en muchos temas… de forma transversal (como se dice ahora), parece que el destino de los estados/nación está escrito con letras negras y con ese ribete negro con el que antes se editaban las «tarjetas recordatorio» de fallecimientos.
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Lo que me ha incitado a escribir este texto es un artículo que he leído sobre las declaraciones de un tal «Antonio» (Pedro Sánchez) ayer en el Congreso de los Diputados. El tema, la pregunta, versaba sobre el cambio de postura, el giro que ha escenificado el gobierno español ante el futuro del Sahara.
¡¡Tendrá cara el tío!! Y ahora dice que no ha habido tal giro en la posición de su gobierno… que «es un paso más en un camino que se inició hace 14 años».
Parece ser que Marruecos presentó en 2007 un «plan de autonomía» para el territorio del Sahara (pero con soberanía marroquí) y que el anterior «artista» del gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, apoyó afirmando que constituía una «contribución valiosa» para la solución del conflicto.
El argumentario del actual Presidente del Gobierno español es de risa. No sé si quiere convencer a alguien desde la tribuna del Congreso o sólo dice lo que dice para mostrarse a sí mismo que nadie salvo él y sus compinches tenemos ni pajolera idea de estas cosas y que más nos valdría dejar de hacer preguntas impertinentes y apoyar las iniciativas del gobierno que él preside.
Parece ser que Pedro Sánchez ha escrito una carta al rey marroquí diciendo que su «plan de autonomía» constituye «la base más seria, creíble y realista» para una solución. Parece que ahora toca estar de amigos con el régimen alauita… aunque el gas nos venga de Argelia…
«No estoy restando importancia a la decisión que he tomado, la he tomado con plena voluntad de dar un paso adelante».
Tanto Zapatero como luego Mariano Rajoy, quien también (según él) mantuvo el reconocimiento del plan de autonomía, entendieron la complejidad de este conflicto. Dirigiéndose al Congreso, Sánchez dice:
«lo que les pido es que valoren también esa complejidad».
¿Esa complejidad? El asunto es, a mi modo de ver, muy fácil de entender y de solucionar. La cuestión es saber a quién se quiere apoyar: al pueblo saharaui o al rey de Marruecos. Si se hubiera querido apoyar al pueblo saharaui, se habría tenido que forzar un referéndum con los habitantes del territorio, sin dejar que Mohamed invadiera el territorio con población marroquí extra.
Esto es algo que se planteó desde un principio por los saharauis, un pueblo abandonado a su suerte por los diferentes gobiernos de turno en España.
La cuestión es que se está favoreciendo a Marruecos de forma permanente: caladeros, regalitos de carros de combate…
El Gobierno desea construir «una relación basada en la transparencia y la comunicación permanente, el respeto mutuo y la abstención de toda acción unilateral» con el fin de «evitar futuras crisis»
«No hay desinterés ni desatención hacia el sufrimiento del pueblo saharaui». Lo que busca la postura del gobierno es «contribuir a la superación de un conflicto enquistado y sin perspectiva de solución hasta el momento».
¿Quién ha enquistado el conflicto? ¿Quién no ha querido buscar una solución justa y efectiva para el pueblo saharaui desde un principio hasta la actualidad? ¿Cree el señor Sánchez que la posición planteada por su gobierno (teóricamente de izquierdas) va a sosegar el sufrimiento del pueblo saharaui o lo va a incrementar sin límite?
¡Ah!, es que la solución debe venir a través de una especie de «maná» de justicia internacional desde los despachos de Naciones Unidas. Además, es una «posición alineada» a la de otros países como Francia, que apoyaba este plan desde hace años, o Alemania, que lo ha hecho recientemente, y también Estados Unidos.
Estados Unidos de Norteamérica, ese autoproclamado «sheriff del mundo» y aliado de Marruecos, que propició y organizó la «Marcha Verde» marroquí durante los últimos alientos del dictador, transportando más de 300.000 marroquíes al territorio, allá en noviembre de 1975. El gobierno español representó su gran «bajada de pantalones»… y comenzó el drama para los habitantes del Sahara, hasta entonces españoles de pleno derecho.
«Naciones Unidas es el marco para solucionar el conflicto en el Sáhara«, algo que «España siempre ha apoyado y siempre va a apoyar«, y que la solución deber ser «mutuamente aceptada por las partes».
No, señor Sánchez. A eso se le llama dejación de funciones por parte del gobierno español (por no decir «falta de cojones») con una disminución explícita de la soberanía española y, a la vez, una traición más al pueblo saharaui.
¿Por qué ese afán de dejar que sean organismos supranacionales, en esta caso la ONU, quienes dirijan cuestiones cuya competencia recae en el gobierno español de turno?
Y aquí enlazo con el otro tema: el intento de desmontar nuestra soberanía sanitaria en manos de la OMS, actualmente una organización controlada por manos privadas y con una línea clara hacia el futuro: instaurar un mando único sobre temas de salud para todo el mundo.
Ya he escrito anteriormente sobre el procedimiento que se está llevando a cabo tanto en España como en la Unión Europea en su conjunto de cara a suprimir nuestra soberanía sanitaria. En primer lugar, sería para posibles futuras pandemias… pero con visos de extenderlo hacia un control total de las decisiones de rango sanitario.
¿Qué conllevaría un tratado mundial de ese calibre? Pues que ninguna nación sería libre de tomar decisiones en temas de orden interno como las medidas ante una crisis que afectara a más de un país. Las medidas podrían ser tanto no farmacológicas (como las que hemos vivido con las mascarillas, confinamientos, aislamiento de la población) como farmacológicas (posible vacunación obligada, protocolos de tratamiento uniformes, etc.).
Y claro, la lucha contra la denominada «desinformación» también se centralizaría, con lo que el experimento de censura que hemos vivido en esta «locura Covid» se multiplicaría al centralizar los procesos de rastreo y caza del insurgente. Más bochornoso, si cabe, pues los grandes desinformadores han sido los propios científicos, las grandes revistas médicas, los gobiernos y los medios de comunicación al unísono.
El Consejo Europeo se dispone a «Restaurar la confianza en el Sistema Internacional de Salud»:
«El acuerdo… sentará las bases para una mejor comunicación e información a los ciudadanos. La información errónea amenaza la confianza pública y corre el riesgo de socavar las respuestas de salud pública. Para redimir la confianza de los ciudadanos, se deben prever medidas concretas para mejorar el flujo de información confiable y precisa, así como para abordar la desinformación a nivel mundial.«
Sí, parece el guion de una película de ficción… pero no lo es. Es la cruda realidad.
Las negociaciones para este nuevo tratado internacional se iniciaron el 3 de marzo de 2022, pero el origen está en el siguiente plan de trabajo:
- 30 de marzo de 2021: dirigentes de todo el mundo se sumaron al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y al director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en un llamamiento abierto a favor de un tratado internacional sobre pandemias, a partir de las enseñanzas extraídas durante la pandemia de COVID-19. En su comunicado de prensa dicen los siguiente:
«Habrá otras pandemias y otras emergencias sanitarias graves. No nos preguntamos si las habrá, sino cuándo. Juntos, debemos prepararnos mejor para predecir, prevenir, detectar y evaluar las pandemias, y responder a ellas eficazmente, con un elevado nivel de coordinación. A tal fin, creemos que las naciones deben colaborar en pro de un nuevo tratado internacional de preparación y respuesta ante las pandemias.»
- 31 de mayo de 2021: en la Asamblea Mundial de la Salud, los 194 miembros de la OMS adoptaron el la decisión de debatir un nuevo tratado internacional sobre pandemias en una sesión extraordinaria que empezará el 29 de noviembre de 2021.
- 1 de diciembre de 2021: los 194 miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alcanzaron un consenso para poner en marcha el proceso de elaboración y negociación de un convenio, acuerdo u otro instrumento internacional, con arreglo a la Constitución de la OMS, para reforzar la prevención, la preparación y la respuesta ante pandemias.
- 1 de marzo de 2022 como fecha tope para celebrar su primera reunión para establecer las modalidades de trabajo y los plazos.
- 1 de agosto de 2022 como fecha tope para celebrar una segunda reunión para debatir los avances en el documento de trabajo.
- A continuación, presentará un informe de situación en la 76.ª Asamblea Mundial de la Salud de 2023
- El objetivo es que el instrumento se adopte para 2024.
Se está viendo cómo van cumpliendo los plazos previstos y que, como lo hicieran los regímenes dictatoriales en cualquier nación, los acuerdos son aprobados por la totalidad de los participantes en esas reuniones, en este caso los representantes de los 194 países que forman parte de la OMS.
¿No es curioso que no haya ninguna discrepancia? ¡¡Claro que hay discrepancias!!… pero en cada país. Discrepancias que se desestiman con el rodillo de la falta total de transparencia y un consenso inusual entre todas o casi todas las fuerzas políticas. La consecuencia es que los gobiernos de los países van derechos hacia una pérdida de soberanía nacional más. Esta vez en el ámbito de alguna «futura pandemia», que predicen con total seguridad.
Según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, los enfoques de «primero yo» obstaculizan la solidaridad mundial necesaria para hacer frente a amenazas mundiales. ¿Cuál es su solución? Pues darle a la OMS todo el poder.
La OMS, claramente, pues no lo oculta, quiere hacer que su liderazgo pandémico sea permanente y extenderlo a los sistemas de atención médica de todas las naciones.
Este tratado deberá pasar, según la hoja de ruta descrita antes, por un proceso de votación en la Asamblea Mundial de la Salud en 2023. Necesitan una mayoría para que se apruebe; y, si se aprueba, todos los países miembros estarán obligados por él. Así reza la Constitución de la OMS.
Todo este proceso se está llevando a cabo, y parece que continuará así, sin la participación de la población.
Si, además, nos damos cuenta de que las decisiones (o falta de ellas) tomadas por la OMS en situaciones del pasado (Chernóbil, gripe porcina de 2009 y el cambio de definición de pandemia, Fukushima y la actual crisis Covid) han dado muestra de una total falta de transparencia y una deriva, cuanto menos, errática e irracional.
Ya he comentado antes que la OMS está nutriéndose en sus presupuestos por financiación privada en su mayor parte. Y el señor Bill Gates, a través de la Fundación Bill & Melinda Gates y de su participación en GAVI (Alianza para la Vacunación), es el primer aportador de fondos a dicha organización internacional de la salud.
¿Puede creer alguien a estas alturas que este señor es un filántropo que sólo le interesa el bienestar y la prosperidad de un mundo sano? Si es así, por favor, que «se lo haga mirar».
Todo esto forma parte de un plan de globalización tecnocrático en el que se quiere tomar, entre otras cuestiones, el control de la salud del ciudadano para que no podamos elegir el mejor tratamiento que nos parezca y mantenernos en las más diversas obligaciones que se les pueda ocurrir a esta camarilla de lobos.
¡Resiste! ¡Optimiza tu salud! Centra tu atención en lo cotidiano, en lo que te rodea y toma tus mejores y más conscientes decisiones.
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Salud para ti y los tuyos