Sanfermines 2009
Una vez al año, Pamplona, la ciudad en la que nací, una ciudad algo gris (por la largura de las estaciones oscuras y la reserva de sus habitantes), transforma su rutina en una explosión de ruido, gentes por doquier ansiosas de gritar, brincar, beber…
No hay término medio. Es una auténtica locura de frecuencia anual. Toda la represión , la contención vivida durante el año, se vuelca en algo inimaginable…
Aparte de una serie de momenticos que ponen la piel de gallina al más pintado, las fiestas son equiparables a las de otros lugares: alcohol, suciedad, gente orinando en cualquier sitio, estragos alimenticios, volúmenes de sonido en exceso, sexualidad más accesible (quiero recordar un antiguo chiste machista referido a Pamplona: En Pamplona ‘follar’ no es pecado…, ¡¡es un milagro…!!).
Yo amo la ciudad en la que nací y me crié, cambiaría muchas cosas de ella…, pero sobretodo, cambiaría los sanfermines actuales. No me gusta lo que veo, y menos aún lo que huelo, al pasear por las calles del Casco Viejo… No quiero mostrar sólo el lado oscuro de ‘la fiesta’, pues soy consciente de los espectáculos, las curiosidades, lo que es digno de ver y que si no existiera ese marco, sería difícil de presenciar, momentos entrañables…
De todas formas, haciendo cómputo general, me alegro de vivir en un pueblecito cercano en el que redunda la tranquilidad… (¿será que me voy haciendo mayor?… No lo creo).
Salud para ti y los tuyos.