Se acerca la Navidad

Ya he recibido la primera felicitación navideña (de hecho, ya he recibido varias). Esta primera felicitación ha venido con el motivo visual que veis en la cabecera de esta entrada. Es una composición escultórica realizada por mi amiga Mª Cruz (gracias por estar ahí y por tu gentileza al permitirme utilizarla).

Estas fechas navideñas son muy especiales, no sólo por el movimiento social que se produce en relación a las visitas a centros comerciales, sino por el motivo principal de estas visitas: la relación familiar.

(imagen tomada de aquí)

A muy pocas personas, la Navidad les deja indiferente… Las personas, a grandes rasgos, o amamos la Navidad o la rehuimos. No es que no podamos encontrarnos cómodos…, sin más, pero lo más habitual es que haya una polarización de posturas. Y esto, ¿por qué se produce así?

Podríamos investigar sociológicamente la situación, pero lo más evidente y sencillo de relacionar es que son unas fechas en las que el nudo principal se desarrolla en las reuniones familiares. Hablar de Navidad es hablar de la familia.

(imagen tomada de aquí)

¿En qué familia no hay algún desajuste? Nadie nos escapamos, de algún modo, de vivir este tipo de trance. Quien no se ha sentido en origen abandonado o rechazado, ha tenido sus más y sus menos con algún otro componente de la familia.

¿Y qué ocurre en Navidad? Es como que nos sentimos obligados a dejar todo eso de lado y reunirnos, como si no pasara nada, alrededor de una mesa; y, en algunos casos, intercambiar regalos con aquellas personas con las que, en circunstancias normales, elegiríamos no juntarnos para celebrar nada…

(imagen tomada de aquí)

Desde la visión de la vida en este plano y desde este planeta, con ciclos anuales marcados por un inicio y un fin, estamos en las fechas del inicio de la presencia del Sol, la venida del «Cristo«. Es un momento cíclico en el que el Sol naciente le dice a la Tiniebla: aunque estés en tu apogeo (Solsticio de Invierno), mi presencia ya está como germen. Ya he venido al mundo. Poco a poco, iré adquiriendo más fuerza, y las tornas cambiarán cuando las fases de poder se igualen en el Equinoccio de Primarera (allá por el 21 de Marzo) y ascienda omnipresente a mi apogeo en el Solsticio de Verano, (allá por el 21 de Junio, con las hogueras de San Juan).

Esta visión astronómica, que conforma la base del sistema de creencias de nuestros ancestros en tiempos remotos, ¿cómo podríamos usarla en la actualidad, entre medio de estas historias familiares?

Estamos en un momento del año en el que nuestro propio Sol interno, nuestra capacidad de ser luz y de iluminar, o sea de amar, (tanto a nosotros mismos como a quienes conviven con nosotros) queda patente como lo que puede llegar a ser en las fases siguientes del año.

No puede vivirse este proceso así, automáticamente, de manera espontánea, pues los huecos, los vacíos, los rencores profundos, habitan en nuestro interior. Pero también se puede ver que en Navidad se produce una situación que facilita el que generemos consciencia de nuestras vivencias y podamos encauzarlas, gestionarlas de mejor manera.

(imagen tomada de aquí)

Siempre existe la posibilidad de transfomar nuestras vivencias, aunque requiera pasar por momentos de reactivación de dolores que ya no queríamos vivir de nuevo…

Pero el buen Dios nos dice: no te preocupes, no es tan fiero el león. No has venido a este mundo a sufrir sino a construir el Paraíso en él utilizando lo mejor de ti, tu especial potencial, lo que has venido a desarrollar. Permítete abrir las ventanas de tu corazón y deja que ese germen solar comience a dar luz a tus tinieblas.

Os deseo todo lo mejor para este nuevo ciclo anual que comenzamos a vivir en pocas fechas.

Salud para ti y los tuyos.