Sobrepeso, obesidad y Medicina Psicosomática (2 de 2)

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En mi anterior artículo, escribí sobre la situación actual de este tema en forma de cifras. Con este texto voy a intentar describir la tendencia que veo en la medicina actual y mi visión psicosomática sobre el tema.

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

A la vista del intento comercial de la industria de sacar a la venta productos farmacéuticos para disminuir el peso de las personas, creo necesario poner en claro que el sobrepeso no es una enfermedad a tratar con fármacos.

El sobrepeso es una consecuencia, en la mayor parte de los casos, de unos hábitos incorrectos que los seres humanos van construyendo cada vez más con el aparente avance de la «civilización» y las mejores condiciones de vida.

En una serie de casos marginales sí que hay un problema de obesidad severa, grave, que no depende tanto de lo que la persona haga o deje de hacer, aunque siempre va a ser importante e interesante cuidar el factor ambiental.

En general, en el sobrepeso y la obesidad se observa una disfunción metabólica importante que está bastante ligada a la llamada «prediabetes». Se estima que el 48% de los norteamericanos posee esta condición. Más preocupante aún, la estimación da una cifra del 24% de los jóvenes entre 12 y 18 años afectados por esta «prediabetes».

Acompañando a este cuadro dantesco, el 30% de los adultos y el 18’5% de los adolescentes y adultos jóvenes (hasta los 24 años) también padecen de un hígado graso. Tampoco es un secreto que la obesidad en la juventud dispara problemas cardiacos y de muchos otros tipos más adelante.

A través de la disfunción mitocondrial (el mal funcionamiento de los orgánulos celulares que se encargan de la producción de nuestra energía celular) esta situación da vía libre a la producción de sustancias tóxicas, con las consiguientes alteraciones de la estructura celular. El destino final de todo esto: la liberación de las ya tristemente famosas citoquinas inflamatorias, de las que se habló hasta la saciedad durante la pandemia covid-19, inductoras de mayor gravedad y de inflamaciones cronificadas.

Como se puede comprobar, la humanidad está metida en un lío enorme. 2.500 millones de personas con sobrepeso se han convertido en la diana de la industria farmacéutica. Ya está posicionándose en el mercado farmacéutico lo que llaman «la cura de la obesidad». Fármacos que sí logran disminuir el peso de las personas… pero de forma transitoria (mientras se tome el producto farmacéutico) y a razón de 20.000$ por año.

Fármacos a los que atarse de por vida (uno más en la lista) y que no están libres de efectos adversos graves. Es evidente que la industria no sacaría beneficio de todo esto si a la población se le enseñara y se le estimulara a realizar una serie de conductas como hábito. Estoy hablando de cosas básicas, normales, fáciles de entender como la alimentación y el ejercicio físico.

Además de estos factores de gran importancia, desde la visión de la Medicina Psicosomática el panorama del sobrepeso y la obesidad abre el melón de una serie de conflictos que las personas afectadas guardan en su inconsciente. Y es a esta parcela a la que me dedico.

Una aclaración: no soy un especialista en sobrepeso. Mi trabajo consiste en ayudar a todo tipo de personas (con o sin sobrepeso) a identificar dónde están sus conflictos, más o menos profundos, y también ayudarles a que los puedan solucionar.

En este caso concreto del sobrepeso y la obesidad, lo más habitual es ver un ramillete de conflictos. Al menos en mi experiencia, no sólo depende de un conflicto único. Y, por lo tanto, es un proceso más complicado de trabajar y de conseguir resultados que en otros.

Dicho esto, el conflicto estrella, el más habitual de ver en las personas afectadas es la vivencia de abandono, en muchas ocasiones coloreado de un panel de otros conflictos asociados.

Es muy recomendable para las personas con sobrepeso la lectura del libro «Sobrepeso y obesidad», del Dr. Salomón Sellam, uno de mis grandes referentes a lo largo de mis años de formación.

Temas conflictuales acompañantes del conflicto de abandono son los siguientes:

• La lucha por la existencia ante situaciones de grandes pérdidas, de inseguridad. Ante esta situación, el inconsciente tiende a retener agua. Los aumentos de peso son muy rápidos, así como las disminuciones cuando se soluciona el conflicto.
• La vivencia de soledad en la que nadie puede ayudar. El inconsciente tiende a acumular grasa, el tejido de reserva alimenticia por excelencia. El aumento de peso es lento y progresivo. También su disminución es lenta en la medida en que se solucionan los conflictos de base.
• Estar perdido en la nada, temiendo equivocarse en la dirección a tomar. Se producen aquí alteraciones del cortisol, con una falta de ganas de vivir, de buscar una solución.
• La desvalorización e impotencia infantil considerándose como parte importante de los conflictos de sus padres. El inconsciente decide aumentar la masa corporal para ser más fuerte y pesado y evitar así ser abandonado, transportado a otra casa.
• La dificultad de ser vistos por sus seres queridos y, a la vez, librarle de posibles encuentros con enemigos más fuertes. Una de las formas de evitar el desastre es adquirir una gran masa corporal, constituida como un escudo de grasa.
• El miedo a la hora de afrontar algo (una situación, una persona…), unido frecuentemente a una disfunción tiroidea al sentir que no puede huir.

Pero la cosa, como he comentado al principio, no resulta siempre fácil de identificar. Pueden existir una serie de procesos bloqueantes que, al permanecer activos, impiden la pérdida de ese exceso de peso.

El inconsciente también, a veces, puede utilizar los números para mostrar y, a la vez, ocultar un conflicto depositado en su interior. Muertes, dramas, sucesos de alta tensión ocurridos, por ejemplo, a los 2 años, 25 años o con personas de 75 años pueden atrincherarse en el inconsciente de la persona como un exceso de 2 kilos, 25 kilos… o como un tope de kilos del que no se baja (75kilos), respectivamente.

Los conflictos causantes del sobrepeso pueden haber sido vividos por la propia persona en cualquier periodo de su vida: durante la gestación, ya nacida o durante la infancia… pero también pueden ser la resaca de conflictos de alto drama ocurridos en alguna generación atrás: padres, abuelos…

Por otro lado, la localización de los acúmulos de grasa en diversas zonas del cuerpo nos puede dar pista sobre el proceso metabólico que está detrás de ese sobrepeso.

• Zona superior del cuerpo: cara, cuello y tórax. Nos lleva a darle importancia a la sobrealimentación y también al cortisol, por la utilización de fármacos tipo corticoides. Suele estar ligada al abandono y al depósito de grasa ante sentirse perdida la persona. También hay relación con conflictos de masculinidad y de función paterna.
• Zona abdominal: Importancia de las alteraciones metabólicas, generalmente tendentes a la diabetes. No es descartable la simbología de un vientre embarazado, o la protección de los genitales si la masa abdominal cuelga por delante.
• Zona inferior del cuerpo: pelvis y extremidades inferiores, con la aparición de las llamadas «celulitis», «cartucheras»… Puede haber un componente hormonal femenino reflejado en la «piel de naranja» y de alteración de la circulación venosa.

Existen también las personas con gran obesidad por influencia constitucional familiar, prodiabética o no y las grandes obesidades psicógenas. Afectan a todo el cuerpo y requieren un tratamiento multidisciplinar, un enfoque sobre generaciones atrás y una psicoterapia de base.

Esta información no pretende ser exhaustiva sino sólo servir para dar una pista de hacia dónde buscar en el inconsciente de la persona cuando su cuerpo se atrinchera en el sobrepeso u obesidad.

Quiero recordar, por último, que no estamos hablando de «cuadros o casos médicos» ni de enfermedades sino de personas que arrastran una serie de conflictos que no suelen ser reconocidos ni mucho menos solucionados, si nos atenemos al eterno juego de «calorías que entran y calorías que se queman».

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