Traumas Emocionales
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Al hablar coloquialmente de «traumas emocionales», se nos puede representar en nuestras mentes rápidamente alguna imagen de una persona echa un desastre, un zombi viviente o algo así.
Y no, no es así. El término «trauma emocional» y el concepto que engloba es una realidad no solamente muy amplia en su diversidad, en su manera de expresarse, sino tan frecuente que apenas un porcentaje mínimo de las personas afectadas siquiera se dan cuenta de que sufren uno.
Como ya viene siendo habitual, voy a colgar el vídeo de este artículo para las personas que se sienten más cómodas escuchando que leyendo.
En mi propio proceso de formación, una vez ya salido del formato académico homologado, pude comprender que, a la hora de poder identificar lo que les ocurre a las personas que consultan, es necesario tener en cuenta esta realidad.
Se entiende como «trauma emocional» una vivencia, generalmente de alta intensidad, que ha generado una reacción en el recorrido de la vida de una persona, como sacándole de la trayectoria de la que partía.
Generalmente, suele ser causa de estados de hipersensibilidad a ese tipo de hechos o vivencias y de consiguientes alteraciones comportamentales. La persona ya no es la misma persona. Pero también se puede esconder en dolencias físicas, las que le hacen consultar con los médicos.
El contenido del «trauma emocional» puede ser tan diverso como situaciones hay en la vida misma, pero realmente, el número de procesos emocionales básicos que están detrás es muy escaso y se pueden contar con los dedos de una mano: abandono, rechazo, agresión, represión, miedo… y poco más.
Prácticamente todas las emociones dolorosas de un ser humano están basadas en esos puntales o en sus mezclas. Las vidas de las personas pueden ser muy complejas y con muchos matices vivenciales, pero en el fondo fondo… encontramos esto.
En mi propio proceso personal, yo creía que era una persona normal (jeje) hasta que se me hizo ver que mi vida había estado marcada, al menos, por un hecho importantísimo: la muerte de mi madre cuando yo tenía solamente siete años. Una edad en la que no pude gestionar de una forma correcta semejante hecho.
Claro. A través de esa formación que seguí con el siempre recordado Dr. Francisco Ríos, ya difunto, tuve la oportunidad de sanar esa herida profunda que, sin saberlo, me había condicionado la vida. Mi susceptibilidad al abandono (en cualquiera de sus variantes), mis dolencias corporales, mis decisiones, mi comportamiento en lo cotidiano, estaban profundamente influenciados por aquél hecho trágico en la memoria de un niño.
Es evidente que yo, en aquel entonces un joven médico dispuesto a ayudar a cualquier enfermo, no iba arrastrándome por la vida cual zombi. No era un alma en pena dando tumbos, pero comprendí que muchas de las vivencias subjetivas que sentía estaban relacionadas con ese «trauma emocional» de la infancia.
Veo necesario puntualizar que un mismo hecho vivido por dos personas diferentes, en una puede desencadenar una vivencia traumática y en la otra no. Y más aún. Dos personas diferentes sometidas a una misma vivencia traumática, una la puede vivir desde el abandono… y la otra desde el rechazo, por ejemplo.
Al final, tiene su complejidad… pero, a la vez, en muy simple de ver.
A lo que voy. Es mucho más habitual de lo que se piensa el que una persona esté sujeta a enfermedades, comportamientos y vivencias relacionadas con un «trauma emocional». Y la graduación de intensidades es poco menos que infinita.
En mi trabajo de consulta, cuando una persona acude por cualquier motivo, desde una dolencia en alguna parte de su cuerpo, como por cualquier disfunción orgánica o conflicto comportamental, detrás siempre hay un contenido emocional que ha quedado anclado a su inconsciente. Sí, podríamos llamarlo sin problema, un «trauma emocional».
Aclaro que no toda vivencia emocional intensa genera automáticamente un trauma emocional. No. Para catalogar a una vivencia como «trauma emocional» es necesario que la persona, generalmente de forma inconsciente, haya dado un quiebro al rumbo de su vida.
Es interesante prescindir de ese rubor inicial cuando alguien puede hablar de sentimientos, de vivencias, de dolor. Antes, ir a un psicólogo era poco menos que vergonzante. Y ya si habláramos de psiquiatra… el secreto estaba garantizado herméticamente. Esto, poco a poco, se va normalizando. Y es necesario que sea así.
A mí, como médico, me toca atender personas que presentan casos muy variopintos: temas físicos, emocionales-vivenciales, mentales, comportamentales, conflictos existenciales… Y me toca acompañar a estas personas a bucear por sus inconscientes para detectar qué guardan allí… y ayudarles a resolver dichos entuertos.
Esos contenidos están soterrados, ocultos a su consciencia, pero son los que guían al cuerpo de la persona y someten a su vida a una dictadura férrea que la propia persona, en su sano juicio, si tuviera toda la información en su mano… no permitiría de ningún modo.
En sucesivos artículos, voy a ir describiendo procesos diversos que nos afectan como seres humanos que somos. En algún momento, cualquier lector se podrá identificar con algo de lo que describa. Es normal. No pasa nada. Para moverse, todo dependerá de la intensidad y frecuencia de la vivencia o de sus consecuencias en sus actos de vida.
Toda una aventura.
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Salud para ti y los tuyos
.
Que grande eres Silvano.
Me encanta tu forma de hablar tan clara y llana.
Me ha gustado mucho tu manera de explicar un trauma emocional.
Gracias por compartir tu sabiduría.
Un abrazo enorme
Hola, Nekane.
Muchas gracias por tus amables palabras. A ver si en algún momento podemos coincidir y devolverte ese abrazo de oso.
Salud para ti y los tuyos.
Hola Silvano. Me ha gustado leer tu artículo. Creo que transmitir que las dolencias, conductas, actitudes que nos hacen apartarnos de nuestro centro tienen su origen en situaciones vividas y a veces repetidas en nuestras familias es ayudar a crear más conciencia de que la respuesta está en uno. Un gusto el recuerdo al Dr. Francisco Rios, que bien trabajamos con él estas situaciones. Gracias
Hola, Lourdes.
Muchas gracias por tu comentario. Además viniendo de ti, con tanta experiencia en estas lides. Sí, fue muy importante el montón de años en los que tuve la enorme suerte de absorber un poco la sabiduría y el buen hacer de este genial médico. Siempre le recordaré como uno de los pilares más importante en mi formación postgrado.
Besos desde el Mediterráneo.
Tenho um filho adotivo. Peguei o com 3 anos de idade,e passei bastante trabalho com ele. Dessa idade,ele não lembra de nada. Mesmo na adolescencia ou primeira infancia,nao lembrava,porém,logo que chegou em nossa casa,vendo um quadro que eu tinha na parede,com 2 casas em um campo,uma grande e bonita,outra pequena e velha,que representava o celeiro,ele frequentemente ficava ali,olhando,e olhando…
Eu lhe perguntei porque olhava tanto,se achava bonito. E disse que não,que sentia era saudades da » dona Maria». Perguntei quem era,e ele,apontou seu dedinho pequenino,para a casa maior,bonita,dizendo que ela morava ali. E ele, morava na outra,velha e pequena.
Disse que a tal senhora lhe dava comida,mas a «menina»,roubava dele,e nao o deixava comer.
E seus olhinhos encheram de lagrima! Ate hoje me dói lembrar disso…
E tao perguntei quem era a menina,ele nao sabia explicar,só repetia que era uma menina má.
Fui investigar com a tenente,que era a governante do Exercito de Salvaçao ,de onde meu filho foi adotado.
Descobri com ela e o juiz ,um bom homem, que meu filho tinha mais 4 irmãos. 3 meninos e 1 menina. Que haviam sido adotados por uma familia italiana,2 dos meninos e a menina. Outro menino , mais novo que o meu, fora adotado por familia em São Paulo. E que quanto a menina,o juiz e a tenente,temiam que fosse devolvida porque era» meio brava»,de dificil trato,e ja tinha sido devolvida 2 vezes antes,por familias que nao conseguiam que aceitasse disciplina,que aprontava além do normal para uma menina de sua idade,que na época das devoluções estava com 5 e 6 anos.
Presumi,então,que a tal menina que tirava o alimento de meu filho,era ela.
Meu filho se tratou com psicologa e psiquiatra por ser agressivo demais,e rebelde,comportamento que só apareceu quando entrou na escola,aos 7. Eu nao quis coloca lo antes, aos 6,para que tivesse mais tempo conosco,ja que perdemos 3 anos de sua vidinha.
Com o tempo,foi deixando de ser violento,mas continua muito medroso,e muito comilão. Desde que chegou na nossa casa,comia como se a comida fosse acabar e nao ter mais.
Se tornou gordinho,e nunca emagreceu. Hoje,aos 25 ,faz um regime básico, esta diminuindo a alimentação, e tem emagrecido lentamente. Tomou por anos,medicação para anciedae, mas não adiantava muito. Agora,ele mesmo se deu conta que precisa cuidar de si, e esta firme,surpreendentemente!
Lendo teu artigo,me veio tudo isso a mente, e decidi te contar,para comprovar,que as vezes,traumas,podem ser coisas que nos pareçam simples,que nem se poderia chamar assim,porem,dependendo da idade,toma uma proporcao inimaginável para uma criança. E marca.
Lembro que aos 7,meu marido retirou da mesa um prato de carne,que meu filho ja havia se servido por 2 vezes. E ele chorou silenciosamente na mesa,e meu marido não havia percebido.
Eu , de repente, reparei e lhe perguntei oque era,mas não queria dizer. Entao, lembrei do caso da menina,e lhe disse,que não era por mal que seu pai queria que não comesse demais,era para não lhe fazer mal,que comeria no jantar outra vez. E ele despencou no choro fortemente! Acabou meu esposo lhe dando mais da carne,porém ele ficou bravo e não quis comer nem oque ainda tinha no prato.
Como a mente humana é complexa, e as emoçoes confusas, capazes de dores inimagináveis! Parabens pelo importante artigo, dr.Baztan.
Hola, Rosa.
Muchas gracias por tu comentario-testimonio. Es un claro ejemplo de la importancia de las vivencias de los primeros años de nuestra vida. Y, en el caso de los niños adoptados, es mucho más importante. Es de sentido común. Han sido abandonados (por la causa que fuere), generalmente sin ser cubiertas sus primeras necesidades básicas.
Lo vivido como carencia afectiva, en muchas ocasiones, también se intenta compensar con la comida. Es un clásico. Si además, como en el caso de tu hijo, había alguien que le quitaba la comida… el conflicto alimentario está asegurado para el futuro. Todo ello es trabajable.
Habitualmente, a todos los niños adoptados les suelo aconsejar realizar un proceso de Constelaciones Familiares, a través del que se puede sanar el vínculo doloroso inconsciente con la familia de origen, y construir el agradecimiento de la familia adoptiva hacia la familia de origen del niño.
Salud para ti y los tuyos.