Un Amigo en el Hospital
Como en alguna otra entrada he comentado, colaboro con el grupo «Salud Verde», un medio (dentro del movimiento Verde español) en el que salen a relucir cuestiones de interés público tratadas desde la óptica medioambiental, ecologista, humanista…, bueno, ya me entendéis.
El caso es que hace unos días apareció un mensaje de uno de los colaboradores habituales del grupo (Servando Pérez) en el que nos decía que estaba ingresado en un hospital de su tierra (Galicia). Es necesario explicar que Servando está afectado desde hace unos años de un proceso patológico a causa de una intoxicación crónica por mercurio (tras unos empastes dentarios de amalgama en la que hay mercurio, uno de los metales más tóxicos para el ser humano).
Este profesor universitario (y actualmente estudiante de Medicina) comenzó a ver cómo su vida cambiaba, transformándose hacia una cada vez mayor limitación física. Tras un gran esfuerzo (pruebas analíticas, biopsias…) logró que un tribunal concluyese que su patología estaba causada por el contacto mantenido con el mercurio.
Llevado por la concienciación de su proceso, es el presidente de la Asociación Mercuriados, asociación de afectados por la intoxicación de mercurio (a través de amalgamas dentarias, vacunas, cosmética…). Recientemente participó en una reunión internacional en Estocolmo sobre el tema.
Hace poco más o menos un mes, tuvo una afectación más severa en su cuadro tóxico y fue llevado por su familia al servicio de Urgencias del Hospital Clínico de Santiago. Allí fue atendido, diagnosticado y tratado como si tuviera una lumbalgia aguda. Fue dado de alta pero él se negó a abandonar el Hospital. Actualmente sigue ingresado pero con la amenaza de tener que abonar su estancia hospitalaria dado que en ese centro «no pueden hacer nada por él», pero tampoco le derivan a ningún otro centro en el que haya posibilidad de tratarle específicamente por su cuadro de intoxicación mercurial…
Aquí tenéis una serie de enlaces (uno, dos, tres) a noticias de periódicos gallegos donde se relata su «via crucis» particular. Lo único que pide es ser tratado dentro del Sistema Público de Salud o en cualquier otro centro especializado pero sufragado por la Seguridad Social, a lo que tiene derecho por su anterior cotización al Sistema.
¿Qué ocurre en este caso? ¿Que el procedimiento es caro…? ¿No hay otros casos en los que la Seguridad Social se gasta una millonada en resolver problemas muy especiales de otros contribuyentes? ¿Quién decide dónde se puede gastar y dónde no? ¿O será que no es problema de dinero sino de voluntad política de reconocer que cada vez hay más personas afectadas por toxicidad de sustancias químicas (Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple), por campos electromagnéticos y radiofrecuencias (Síndrome de Electrosensibilidad), etc. y el asunto se puede escapar de la actual situación de anonimato?
Salud para ti y los tuyos.