Viviendo en Matrix
¿Sabías que el 20 de Octubre fue proclamado «un gran día»? ¿Recuerdas que el 1 de Mayo de este mismo año también fue calificado como «un gran día» por amplios sectores de naciones del «primer mundo»? No es que en ambas fechas se haya solucionado el hambre en el mundo o desaparecida la injusticia en alguna de sus facetas…
Pues no. Simplemente, en estas fechas han muerto (aparentemente) y de forma violenta dos personas que han sido centro de atención mediática en los últimos años (Muamar Gadafi y Bin Laden). O se les ha dado por finiquitada su antigua identidad (vaya usted a saber…).
Al convertirme en un espectador del mundo a través de las noticias que emiten algunas radios, intentando siempre realizar una recepción «objetiva» de las mismas (ejercicio interesante y revelador), siento la necesidad de señalar que las cosas no son como parecen, ni discurren en la senda de su arreglo…
Al convertirme en un espectador del mundo a través de las noticias que emiten algunas radios, intentando siempre realizar una recepción «objetiva» de las mismas (ejercicio interesante y revelador), siento la necesidad de señalar que las cosas no son como parecen, ni discurren en la senda de su arreglo…
Cuando la muerte de unas personas se convierte en una «fiesta nacional»…, algo me dice que la cosa no va bien. Y que, fácilmente, esas personas van a ser sustituidas por otras, quizá con otros colores, con otras formas…, pero que van a seguir sirviendo al Sistema, tal y como está montado.
Otro tanto sucede con la tan cacareada crisis financiera, en su última (penúltima) fase: la situación griega y su repercusión sobre el resto del continente… Yo no soy economista pero mi sentido común me dice que, para una situación agobiante provocada por una deuda estratosférica, la solución no puede ser propiciar más préstamos, ¿no?
Parece que en estos momentos se planea hacer desaparecer, al menos, la mitad de la deuda griega. Las grandes cabezas pensantes de esta Unión Europea que nos hemos organizado, ante esta situación de condonación, claro, dicen que hay que resarcir a los bancos «perjudicados» por esa medida tan «dadivosa». Bancos (sobre todo, bancos alemanes y franceses) que poseen la propiedad de esos títulos de deuda, o sea, la sartén por el mango.
Es curioso cómo funciona este Sistema. El banco te presta dinero, que tienes que devolver con un interés añadido (porque de algo tienen que vivir los bancos, además de cosernos a comisiones por cada cosa que intentemos hacer a través de ellos).
No quiero profundizar demasiado, entre otras cosas, porque yo también me lío en este conglomerado de ingeniería financiera. Pero habría que ver si las instituciones financieras, realmente, nos prestan un valor o sólo es un conjunto de dígitos virtuales, números en una pantalla de ordenador. Ya me gustaría a mí saber, a ciencia cierta, los recursos de Tesoro que hay detrás del papel y los números de estas pantallitas.
Antiguamente (desde que se decidió no llevar en el bolsillo monedas de oro y plata), existían unas reservas en metales nobles, oro y plata, que daban peso y valor a las monedas y billetes que se manejaban en el uso cotidiano, en los trasvases de mercancías. ¿Quién maneja ese equilibrio (o desequilibrio)? ¿Quién es el dueño del «Monopoly» que se encarga de volcar al mercado de un país suficiente «papel-moneda» para que todos nos sintamos confiados en la posesión de «riqueza»? En esta dinámica, los norteamericanos son unos artistas…, y ahí les ves, la «crème de la crème», en posesión de la Verdad.
Volviendo a Grecia y su papel en la crisis y en la desestabilización del Sistema, ¿por qué no se deja que los bancos asuman la responsabilidad de sus inversiones, tanto cuando ganan como cuando pierden, como todo hijo de vecino? ¿Es justo que los grandes Fondos de Inversión, la Banca Internacional, eso que se llama (de forma impersonal) «los Mercados», presionen «contra las cuerdas» a la economía de un país, y pongan en riesgo su subsistencia (al tener que vender, este tipo de países, deuda soberana a intereses desmedidos y difíciles de devolver en su totalidad en la situación actual), y que cuando la cosa no va bien, ese riesgo y sus consecuencias los tengamos que pagar entre toda la población, la principal pagana en este tipo de crisis económica?
Ya no me acuerdo en qué entrada del blog, pero sí recuerdo que en algún momento me he preguntado públicamente sobre la injusticia que suponía que los Estados hubieran tenido que acudir a salvar a los Bancos (instituciones privadas, con unos dueños y una base accionarial con nombres y apellidos) en situación de desastre, motivado éste por el uso fraudulento de los tejemanejes financieros secundarios a la burbuja inmobiliaria; y, posteriormente, éstos pusieran «contra las cuerdas» a los propios Estados (o sea a ti que estás leyendo esta entrada y a mí que la estoy escribiendo), negándoles la confianza y el agradecimiento por la anterior acción salvadora. Más al contrario, presionando para, en forma de usura, conseguir más y más interés a devolver por el nuevo préstamo (compra de deuda soberana en las subastas públicas organizadas por los Estados).
El caso es que la población está jodida, cada vez con una mayor inquietud provocada por la situación de creciente desempleo y en un ambiente de restricción en los derechos sociales, pero con un lavado de cerebro constante, mantenido por los medios de comunicación, a través de los que «sabemos» que tenemos que apretarnos el cinturón, que la «salida» de la actual crisis sólo será viable cuando recomencemos a «crecer», a consumir más y más…
¿No existen gafas para la miopía de nuestra clase política? ¿No se dan cuenta de que si estamos ahora en esta situación es, precisamente, por ese consumo desbocado, insaciable, en el que no hemos tenido reparo alguno en esquilmar las riquezas de otros pueblos y de los recursos del planeta? ¿Conoces el concepto de «huella ecológica»? ¿Sabes que en España, ya en Abril nos pulimos toda la riqueza planetaria que producimos para todo el año? ¿A costa de qué estamos viviendo desde Mayo a Diciembre? La receta no es producir más y consumir más, sino producir mejor y consumir más moderadamente…, o sea, menos.
Y en éstas, atención, no nos tenemos que preocupar, que ahora, con el futuro nuevo gobierno mayoritario salido de las próximas elecciones, la cosa se va a encauzar de manera «adecuada» (me pregunto para quién).
Izquierdas, derechas; nacionalismos, centralismos; liberales, estatalistas; guapos, feos; hombres, mujeres; sostenibilidad, sostenibilidad y sostenibilidad por todas las esquinas publicitarias… En fin, parece que no aprendemos. ¿Dónde radica lo realmente importante? ¿Qué es lo prioritario y siempre lo ha sido, aunque prefiramos mirar a otro lado?
El ser humano y el planeta donde vivimos. ¿Cómo creo que podemos ver la luz? Volviendo a conectarnos con el Ser. Eso es todo. ¿Qué fácil, no? Pues no, no resulta tan sencillo, puesto que nuestra consciencia, nuestro yo particular, lo tenemos enfocado (desenfocado) hacia cuestiones que nos mantienen en esa senda de desequilibrio ecológico que tanta necesidad de guía requiere.
Y, en esta cuestión de la búsqueda del Ser, valen muchos procedimientos, no hay uno válido por encima de los demás, y cada cual sería bueno que fuésemos en busca del que en cada momento nos va mejor de cara a conseguir esa anhelada conexión con lo que realmente somos, en mi opinión (convicción), unos seres humanos en misión de construcción y desarrollo en el planeta Tierra.
A modo de ejemplo, os comentaré que este fin de semana pasado he estado practicando algo que, hasta ahora, no había oído mentar: «Seitai» (buscando en youtube he visto esta demostración del movimiento clásico). Y nos lo trajo a Etxarri, Pedro Richard, una persona entusiasta de esta otra manera de vivir en conexión con uno mismo a través de su organismo y su movimiento esencial. Lo que más me ha llamado la atención ha sido una de las prácticas de Seitai: el «Yuki», una especie de «Osteopatía a lo bestia» (perdón por la expresión), en la que, de una forma perfectamente respetuosa con la otra persona y su cuerpo, se perciben y acompañan los propios movimientos «respiratorios» del otro cuerpo.
Todo este tipo de historias, ¿para qué sirven? La respuesta que me sale es: para tomar conciencia de nuestro ser y propiciar el que nos hagamos responsables de nuestro papel en este momento de la Vida, de la Historia de la Humanidad y del Cosmos en general. Luego, cada cual se enfrenta a sus propias circunstancias, a sus propias decisiones… Lo que «no es de recibo» (aunque en el plano general, espiritual, es igualmente correcto y, por ello, respetable) es que nos quejemos amargamente de algo mientras estamos apoyando (consciente e inconscientemente) su mantenimiento con todas nuestras fuerzas.
Salud para ti y los tuyos.