Agua con sal o sin sal

AGUA CON SAL O SIN SAL

(¿Dispones de 6 minutos para leer este texto?)

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

Recientemente lancé dos artículos (1 y 2) en los que escribí sobre la construcción de la seguridad en el ser humano y la implicación de la energía materna y de la energía paterna en este proceso básico.

De forma paralela, llegaron a mí unos vídeos del Dr. David Duarte, un joven galeno mexicano que está orientando su actividad profesional hacia la guía de personas a través de un sistema denominado «Medicina Unani», en el que se formó en una universidad de la India.

¿Cuál es la base de su tesis? Algo muy sencillo de entender: los líquidos corporales no son agua, tal y como la conocemos, sino una disolución de agua y electrolitos, sales, manteniendo un equilibrio ácido-base alrededor de 7’4.

La función corporal es un conglomerado de corrientes electroquímicas. El cuerpo funciona con electricidad, y tanto las percepciones que recibimos del exterior (o de la propia realidad interior) como las órdenes que emitimos en nuestro organismo se basan en transmisiones eléctricas.

Hasta aquí creo que habrá un acuerdo general, ¿no?

Un ejemplo muy gráfico que David muestra en sus formaciones es que el agua sin sales, el agua destilada, pura… no conduce la electricidad. Pero si se le añaden los electrolitos correspondientes, asemejándola a los líquidos corporales, desde la orina al sudor o a los líquidos del medio extracelular de nuestros cuerpos, entonces sí que transmite la corriente eléctrica.

¿Qué hacemos entonces tomando continuamente agua desmineralizada o pobre en sales minerales? Aunque actualmente esté de moda hacerlo (por las indicaciones de las autoridades sanitarias al advertir erróneamente que la sal, per se, es como el demonio para nuestra salud), lo único que conseguimos es que las células se inflen con ese agua, dado que el medio extracelular debe mantenerse en una concentración de electrolitos de alrededor de 9 gramos por litro.

A esta agua con electrolitos la llamamos «isotónica» y es la concentración de sales (generalmente cloruro sódico) a la que suelen estar los sueros que se les inyecta en vena a las personas en los hospitales. A este líquido isotónico se le suele llamar «suero fisiológico».

Haciendo un inciso, siempre me he planteado el poder curativo del suero inyectado de los hospitales como mantenimiento, aunque habitualmente también se utilice como transportador de medicamentos por vía intravenosa.

Ahora voy a unir los dos temas: la construcción de la seguridad y la concentración de electrolitos del agua. Os preguntaréis qué carajo tiene que ver una cosa con la otra, ¿no? Pues sí que, al menos para mí, existe una fuerte ligazón entre estos dos fenómenos.

En la simbología del inconsciente, el agua representa el arquetipo materno, femenino, el mundo emocional, etc. Y la sal está ligada a la energía paterna.

Esta segunda unión se observa fácilmente en consulta cuando una persona se siente muy atraída por los alimentos salados. Generalmente, aunque siempre puede haber excepciones, hay en esas personas un punto de atracción inconsciente hacia la figura paterna. Bien puede ser por un conflicto potente o por una ausencia de ese arquetipo bien definido en la persona o por cualquier otro motivo.

En carencias afectivas o del arquetipo materno, y esto también es una generalización, la atracción alimentaria, en cambio, suele derivar hacia el sabor dulce, no hacia lo salado.

Si ahora nos fijamos en la propia fisiología (el buen funcionamiento) de nuestros cuerpos, ¿qué hace nuestro organismo al mantener los líquidos internos con los electrolitos adecuados en lugar de poseer simplemente agua pura y cristalina?

Sabiamente, a nivel electroquímico, facilita la transmisión de información a través del sistema nervioso, nuestro controlador tipo «gran hermano»; y, a nivel simbólico, mantiene en un equilibrio muy interesante la energía materna y la energía paterna. Tal cual.

Soy consciente de que este texto puede ser tomado como una especie de «rizar-el-rizo-de-las-pedradas-psicosomáticas-de-este-médico-raro», pero a mí me resulta muy útil para entender la naturaleza humana y, por ende, a las personas que acuden solicitando mi ayuda en algún aspecto de sus vidas.

Voy más allá: ¿por qué no comenzar a ingerir agua con los electrolitos correspondientes para alcanzar al menos la concentración de 6-7 gramos por litro? Esto no se puede hacer así, a la brava, y sería interesante iniciar la adaptación con unos 4 gramos por litro.

La función de nuestros riñones es filtrar la sangre y producir la orina. De esta manera, nuestro cuerpo expulsa sustancias sobrantes disueltas en agua. Los riñones son capaces de jugar al equilibrio ante concentraciones muy amplias de líquidos; así que, de primeras, no es peligroso comenzar de la forma que indico.

En cambio, colocarse entre pecho y espalda diariamente 2 ó 3 litros de agua, tal y como recomiendan muchos médicos, sí que puede redundar en un sobreesfuerzo de nuestro riñones y, a largo plazo, en un acúmulo de agua intracelular.

¿Qué electrolito elegiría para combinarlo con el agua para beber, a ser posible filtrada? Pues el cloruro sódico, la sal común. Y cuanta mayor calidad tenga la sal, mejor que mejor, aunque a la mayor parte de las sales comercializadas les hayan sustraído las otras sustancias acompañantes en origen, como el magnesio y demás.

Tomar esta agua con sal entre horas con un poquito de jugo de limón (para mejorar el sabor), poco a poco, va a generar una ligera deshinchazón de las células del organismo, con lo que puede conseguirse de forma muy suave una liberación del agua extra acumulada en nuestros tejidos.

Lo que el Dr. David Duarte aconseja da un paso más adelante. Además de tomar este suero salino, aconseja ir equilibrando con sal los líquidos que tomamos a través de los alimentos: con las frutas, verduras, cervecitas, etc. Recomienda realizar un cálculo diario de lo que ingerimos y una posterior compensación con electrolitos. Pero esto creo que exige un seguimiento cuidadoso y no es adecuado, repito, no es adecuado que comencéis a hacerlo por vuestra cuenta. ¡Ojito con lo que hacemos!

Voy a terminar con una perlita: ¿qué os parece si, mientras consumimos esta agua con sal y limón, nos hacemos conscientes e integramos en nuestro interior a nuestros dos padres?… Pues mejor que mejor, Es una manera sencilla de honrar a las personas que nos han dado la vida, independientemente de cómo se hayan portado con nosotros.

Fácil, ¿no? Pues eso.

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Salud para ti y los tuyos.

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2 comentarios

  1. Hola Silvano..
    Interesantísimo Post.
    En colación con el tema, me ha extrañado que no mencionaras el potencial de incorporar el agua de mar en modo isotónico e hipertónico en función de los efectos deseados.

    Salud y un fuerte abrazo.🫂👍🍀

    1. Hola, David.

      Efectivamente, el agua de mar desde hace un tiempo se ha colocado en primer plano en corrientes naturistas a la hora de tomar líquidos. Es evidente que por su concentración (más de 30 gramos de sal por litro) no se debería consumir tal cual, pero diluida convenientemente con agua «dulce» puede cumplir perfectamente y convertirse en un líquido perfecto para ingerir.

      Además, el agua de mar aporta no sólo la sal común sino también los otros componentes minerales que lleva disueltos de forma natural, otorgándole interesantes propiedades. A las sales marinas comercializadas ya se les ha despojado generalmente de estos otros productos.

      Al final, con el uso del agua isotónica o hipertónica, deberíamos estar atentos a la respuesta de nuestros cuerpos a través de la generación de la sed como indicador fisiológico que nos permitirá volver al mejor equilibrio que corresponda.

      Muchas gracias por tu comentario tan acertado.

      Salud para ti y los tuyos.

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