Arte Sonoro
Y si el sábado pasado, envuelto en nieve, fue divertido e interesante, el domingo asistí por la mañana a la guinda del fin de semana: un concierto de un grupo «Suzuki«.
Me explico: en un pueblo cercano al mío se imparten unas clases de violín a pequeñajos, retacos que no levantan ni un palmo del suelo, a través del método «Suzuki». La profesora, Maite, es conocida nuestra, y hace un par de cursos que intentamos que nuestra pequeña se introdujera en el mundo del violín…, pero la niña dijo que «nones» al segundo o tercer mes…
El método exige que alguno de los padres se coloque diariamente frente a su vástago con el mandamiento de generar una rutina de ensayos (unos minutos al día) con una especie de ritual, similar al que se realiza en las clases semanales con el/la maestr@ (con connotaciones reverenciales, al estilo japonés).
Dos veces al año se producen sendos conciertos en los que se muestra a un público entregado (papás y mamás babeantes ante el roce musical de los arcos frotados sobre las cuerdas de los violines). Y el domingo pasado se produjo uno de estos eventos.
Durante el concierto, van comenzando a tocar l@s más avanzad@s (ya más mayorcit@s, claro) y, progresivamente, en la medida en que las obras van siendo más asequibles a más niñ@s, van levantándose cada vez más y más niñ@s, para participar en un conjunto sonoro que eleva el espíritu de los asistentes. El último número del concierto es interpretado por tod@s l@s niñ@s…
Precioso…
A continuación expongo unas foticos del acto…
Y he aquí a la artífice del espectáculo. Gracias, Maite, por tu entrega.