Covid Persistente desde la Psicosomática
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En primer lugar, antes de comenzar a escribir este artículo, veo necesario aclarar las cosas. Lo que voy a mostrar a continuación no es contradictorio ni niega la validez de otros enfoques sobre el tema «covid persistente». Sólo representa mi forma de ver el tema y hacia donde enfoco mi trabajo.
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Para quien no conozca mi orientación profesional, me dedico desde hace años a la Medicina Psicosomática, a enfocar en cada persona hacia los contenidos generalmente vivenciales que hayan podido dejar una huella de tensión que interfiera con su equilibrio en la vida.
Mi planteamiento base es que el ser humano no ha venido a enfermarse, y puede mantener de forma espontánea un sistema biológico en perfecto equilibrio. A esto se le llama médicamente «homeostasis».
Si todo va bien, si cada función se desarrolla como debe, la persona no se entera de que tiene cuerpo y puede así centrarse plenamente en sus experiencias personales, sociales, existenciales, etc.
La cuestión es que prácticamente nadie nos libramos de algún tipo de interferencia que socave ese equilibrio interno, generando disfunciones en algunos de nuestros sistemas corporales, así como actitudes, manifestaciones conductuales diversas, generalmente desenfocadas de lo que podría ser una vida plena y gozosa.
¿Y qué parte de nosotros maneja esa información? ¿Dónde está la sala de control? Pues, ni más ni menos, es nuestro inconsciente el que hace y deshace, manejando los hilos con la finalidad de conseguir nuestra supervivencia. En el inconsciente, simplificando, reside toda la información de lo que hemos vivido, nos acordemos o no, y lo que llevamos a cuestas por nuestra pertenencia a un linaje
Si me voy ciñendo al tema, eso llamado «covid persistente», a lo que ya me referí anteriormente, en octubre de 2021, voy ahora a profundizar un poco más en sus componentes psicosomáticos.
Y para ello, como guion, voy a utilizar el gráfico que me sirvió para el último texto/vídeo, de 25 de marzo de 2023 sobre la realidad de este «covid persistente», en el que se muestra la prevalencia de sus síntomas. Voy a detenerme en los síntomas más frecuentes.
¿Cuál es el síntoma principal en cuanto a frecuencia de aparición en personas con «covid persistente»?
1.- La fatiga (58%). Según un diccionario médico consultado, se entiende por fatiga a la sensación de agotamiento o disminución de la energía. Aunque generalmente se produce tras la realización prolongada de una actividad, o como consecuencia de un trabajo demasiado intenso, en este caso aparece espontáneamente.
Desde mi percepción psicosomática, el inconsciente de la persona afectada le está mostrando una sensación que, remotamente, nos lleva a alguna muerte, proceso que muestra la disminución total de energía, el máximo agotamiento de energía posible en un ser vivo.
¿Qué buscaría yo en su inconsciente? Algún retazo o información sobre muertes no bien vividas. Y como el inconsciente no entiende de la variable temporal y vive todo en presente, esa muerte puede estar relacionada con una muerte cercana… o ser un residuo de información de alguna muerte que ni la persona pueda recordar: incluso algo ancestral.
Lo que siempre hay, y cuando digo siempre es siempre, sin excepción, es alguna muerte en la que no se ha cerrado correctamente el proceso de duelo.
2.- Dolor de cabeza (44%). Aquí no creo que haya que acudir a un diccionario. Todos sabemos qué quiere decir.
Sobre manera, lo que más genera dolores de cabeza en el ser humano son las preocupaciones, el exceso de actividad mental. Es como si la energía mental se arremolinara en un bucle incesante en lo alto de nuestros cuerpos, dejándose sentir como dolor.
Tengo que aclarar que me estoy refiriendo aquí a personas en las que se ha descartado una causalidad mecánica (tipo contusiones…) procesos inflamatorios (tipo meningitis…) o incluso la aparición de tumoraciones.
En la energética china, la vitalidad del cuerpo la explican como un continuo fluir de energía a través de cuantiosas vías de comunicación. Y cuando la energía deja de fluir, se bloquea su flujo o se estanca (y no voy a ahondar ahora en los diversos motivos), aparece el dolor.
En mi práctica médica, casi desde el principio (y ya llevo 40 años en el tajo), me di cuenta de la importancia del manejo mental y emocional en la generación y mantenimiento de las enfermedades.
Bien, pues en este contexto pandémico, con el miedo acechando por cualquier esquina (y recuerdo que el miedo, la inquietud, la ansiedad son las vivencias más relacionadas con la muerte), ¿quién no estaría superpreocupado inicialmente cuando siente una serie de síntomas similares a lo que llaman covid, ese diagnóstico descrito en los medios de comunicación diariamente, en cada noticiario, con tintes de luto y de drama?
Es prioritario generar en estas personas un buen control mental.
3.- Falta de atención (27%). Aquí estamos en una manifestación sintomática que nos deja en la misma función a la que me he referido anteriormente: la función mental.
Existe un descontrol de la capacidad mental, una ausencia de control mental. Es como si la persona no fuera dueña de sus propios pensamientos ni pudiera dirigir su atención hacia lo que fuere y, sobre todo, mantenerla donde ha decidido situarla.
Veo, pues fundamental, de nuevo, ayudar a estas personas a construir un buen control mental.
Llegado a este punto, creo necesario aclarar otra cuestión de vital importancia. y, para ello, me permito abrir un paréntesis.
[Cuando suelo incidir en aspectos del plano mental y/o emocional, hay personas que saltan, como si estuvieran sujetando un resorte a tensión, protestando porque estoy diciendo que las personas se inventan estas cosas… y que no es así, que son síntomas físicos, es una enfermedad, no es algo «psicológico».
Es evidente que al hablar sobre componentes emocionales y/o mentales no quiero insinuar siquiera que las personas se estén inventando sus patologías o que estén para encerrar en una institución psiquiátrica.
La salud y la enfermedad afectan a la totalidad de la persona, no sólo al cuerpo físico o al cuerpo mental, tal como se nos ha enseñado en las facultades de medicina a partir de una concepción puramente materialista.
Y hay muchísimas ocasiones en las que componentes emocionales y/o mentales son contribuyentes natos a la manifestación de síntomas físicos reales]
4.- Pérdida de cabello (25%). En muchas ocasiones, también en la medicina convencional, la caída del cabello se ha asociado a algún conflicto psicológico, estresante o traumatizante. Quién no recuerda a personas saliendo de la consulta del dermatólogo de turno con su receta de ansiolítico o incluso de un antidepresivo.
En Medicina Psicosomática, a través de este síntoma se puede buscar por varias pistas. La cabeza representa simbólicamente un asiento de posibles conflictos de energía paterna: la relación con el padre real, con el principio de autoridad (padres simbólicos), las vivencias laborales, afrontar la vida como un mundo lleno de lobos y donde la persona se siente desprotegida…
En la energética china se podría buscar a través de, por ejemplo, un exceso de fuego en lo alto que achicharre literalmente los bulbos pilosos, o una deficiencia de agua que impide neutralizar el fuego, o una ausencia de energía ascendente que nutra esas raíces de los pelos… o un sinfín más de procesos.
5.- Disnea (24%). Médicamente, es la dificultad respiratoria o falta de aire.
¿De qué nos habla este síntoma? En primer lugar, de la dificultad de satisfacer la primera necesidad básica para mantener la vida: respirar. Está claro que sin respirar, apenas podemos sobrevivir un par de minutos.
Ante este síntoma, en Medicina Psicosomática podemos explorar duelos pendientes de vivir de forma adecuada. Pero también puede haber conflictos de «poco oxígeno», poco espacio vital, tensión en el intercambio de diversos elementos (papeles con abogados, notarios, palabras en la comunicación, etc.).
6.- Ageusia (23%). Según el diccionario de la RAE, con esta palabra nos podemos referir a la pérdida total de la capacidad de percibir los sabores.
Como ejemplo, se puede establecer una relación facilona, simple, con un momento en el que se asocie cronológicamente la percepción de sabores. ¿quién no ha estado comiendo, saboreando los alimentos en una comida o cena mientras la televisión seguía escupiendo dolor, drama, muerte, relacionados con síntomas de covid?
Como una reacción puramente freudiana, el cuerpo, a través de este síntoma, le impide a la persona volver a asociar el drama covid con la capacidad de saborear los alimentos.
7.- Polipnea (21%). Se le llama así a la respiración frecuente y profunda. A diferencia de la taquipnea, que es la respiración rápida, generalmente más superficial. De todas formas, también hay textos médicos en los que las dos palabras tienden a confundirse.
Yo me quedaría con el sentido general de que este síntoma está mostrando claramente «hambre de aire». Es una sutileza diferente de la disnea, ya mencionada antes, pero nos acerca al mismo tema: la necesidad de explorar algún duelo no bien vivido.
8.- Anosmia (21%). Médicamente, es la pérdida o disminución del sentido del olfato.
En Medicina Psicosomática, el olfato tiene diversas derivaciones. Es un sentido que, aunque bastante poco aprovechado por los seres humanos, en los animales se relaciona con la identificación personal, la distinción entre «amigo o enemigo», la identificación sexual, etc.
En nuestro acervo cultural, el olfato nos lleva también a esa cualidad animal de conocimiento llamada intuición, a veces instinto. Eso de que «algo me huele mal». Y si algo nos huele mal… para el inconsciente casi es mejor no poder olerlo, sacrificando este sentido en aras de la supervivencia personal.
Así, pues, habría que explorar posibles conflictos relacionados con estas temáticas.
9.- Tos (19%). Sin entrar en las diversas texturas de la tos, que si productiva o seca, el síntoma tos es como una pedrada simbólica que la persona lanza al exterior, una explosión de cierta intensidad sonora.
A diferencia de otras explosiones no tan aceptadas por la sociedad (gritos, acusaciones, violencia verbal, destrozos), con la tos no sólo no generamos problemas de aceptación social (si exceptuamos el tiempo en el que la humanidad al unísono deliraba con la fobia a la covid) sino que, además, podemos atraer el consuelo y la compasión del prójimo.
¿Qué podemos explorar a través de este síntoma? Diversas necesidades de expresar con intensidad o vehemencia contenidos generalmente reprimidos por diversas razones: temor, infravaloración o inferioridad frente a los demás.
10.- Dolor articular (19%). Tenemos que buscar en el inconsciente de la persona un dolor que esté relacionado con la temática articular.
Las articulaciones, como componente óseo, están afectadas muy frecuentemente por un conflicto de desvalorización. Se podría particularizar más dependiendo de si el dolor se nota en algunas articulaciones concretas o es más generalizado, en todas las articulaciones.
Las articulaciones son concretamente las partes del sistema óseo que permiten, con su movimiento a través de la función neuromuscular, la movilización del cuerpo. Con lo que también puede haber algún tipo de conflicto en esa persona en relación a su capacidad de ponerse en movimiento, ir hacia, actuar…
También sería importante delimitar la intensidad del componente inflamatorio de esas articulaciones dolientes. Cuanta más inflamación, más rabia contenida en el inconsciente.
11.- Sudoración nocturna (17%). En general, el sudor sirve para regular el termostato corporal. Lo más habitual es que se produzca por un exceso relativo de fuego interno, pero un fuego, vamos a decir, improductivo.
Energéticamente, el fuego lo defino como un tipo de energía con un movimiento direccionado. Y forma parte de ella la ideación o generación de deseos, la programación hacia adelante respecto a ellos y el inicio del movimiento de cara a conseguir satisfacerlos. También se relacionan con el fuego los temas sexuales y los conflictos de enfrentamientos con rabia contenida o expresada excesivamente.
Cuando la sudoración ocurre por la noche, se trata, sobre todo, de temas encerrados en el inconsciente respecto a las funciones del fuego. El día se relaciona con el consciente y la noche con el inconsciente.
En casos de personas bastante mayores, otra causa importante de la sudoración profusa durante la noche es la bajada de combustible, de la energía básica. Los chinos la llaman la energía «jing» (a no confundir con la energía «yin» como polaridad al «yang»), y es una energía de origen ancestral, generalmente una cantidad fija, que sirve de base de combustible para operar en cada proceso vital. La medicina china la aloja en los riñones.
12.- Pérdida de memoria (16%). ¿Cuándo es necesario perder memoria? Pues cuando queremos olvidar algo, dejar de recordarlo. Lo único es que, nuestro inconsciente, en lugar de construir amnesias selectivas, puede organizar una pérdida más general de memoria.
¿Qué necesita olvidar realmente esta persona? A lo mejor, lo que necesita esa persona es encarar ese tema y no olvidarlo…
13.- Náusea (16%). El cuerpo está mostrando un rechazo directo a algo. Es la polaridad opuesta a la aceptación de un contenido para ser recibido, digerido, asimilado, metabolizado y eliminada su parte no útil.
Ante un cuadro de náuseas, suelo buscar un enfoque de temáticas biliares: rabias contenidas, situaciones de franca injusticia, etc. En general, algo difícil de aceptar.
14.- Dolor torácico y disconfort (16%). El dolor torácico nos lleva habitualmente a alguna situación de dolor vivida en el hogar, la familia, o en relación con el amor en general y la sexualidad en particular.
Respecto al disconfort, según la RAE, no debe usarse como sinónimo de incomodidad, molestia o malestar, como se hace a veces por influjo del inglés «discomfort».
¿Qué decir, entonces, del síntoma malestar o incomodidad? Para mí es insondable por su vasta amplitud. Es inabarcable, pues cualquier cosa le puede generar incomodidad a una persona. No lo tomaría como motivo de consulta a no ser que estuviera acompañado de una explicación o clarificación por parte de la persona en cuestión.
15.- Pérdida de audición (15%). ¿Cuál podría ser el motivo? ¿Qué necesitaría dejar de oír? ¿Un mensaje por vía auditiva que me ha dejado en shock? ¿O varios repetidos sin cesar? ¿Quizá las noticias que hablan del monotema con tintes dramáticos «a piñón fijo» en los medios de comunicación?
No voy a continuar para evitar ser pesado.
Todos estos síntomas (y más) nos pueden servir de pista o hilo conductor para introducirnos en el inconsciente de esa persona y ayudarle a hacerse cargo conscientemente de sus posibles conflictos sin la necesidad de que su cuerpo se lo muestre de continuo por medio de los propios síntomas.
¿Y cómo proceder? Habitualmente suelo utilizar ejercicios para inducir relajaciones más o menos profundas para que la persona, siempre de forma consciente, pueda trascender la frontera divisoria entre mente consciente e inconsciente con más facilidad para identificar y solucionar así los conflictos generadores de la tensión que guarda y que intenta escapar o mostrarse a través de los síntomas.
Repito lo que he avisado al inicio del escrito: esto es una faceta terapéutica que no desmerece ni suple cualquier otra técnica o el empleo de cualquier remedio de los muchos que hay para estos cuadros clínicos, y que ya mencioné en mi anterior artículo.
Para mí, la cuestión fundamental es aliviar a las personas. Lo tengo muy claro, y pasa por ayudarles a descargar las tensiones que guardan en sus inconscientes. Y a eso estoy dedicando mi energía.
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Salud para ti y los tuyos.