La gran pandemia

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LA GRAN PANDEMIA(¿Dispones de 7 minutos para leer este texto?)

Hace unos días me llegó un artículo de Medscape que me reforzó una idea que suelo comunicar de vez en cuando. La gran pandemia que sufrimos, al menos en occidente, es la enfermedad crónica. Ésta sí que es una pandemia en toda regla y no la que están alargando injustificadamente durante estos tres últimos años.

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

En el artículo de divulgación describen someramente la realidad de los datos:

  • «En España más de 90% de los casos de cronicidad representan el principal motivo de mortalidad y la primera causa de gasto sanitario».
  • «Entre los mayores de 65 años, la proporción de pacientes con enfermedades crónicas asciende al 90%».
  • «Los enfermos crónicos representan el 80% de las consultas de atención primaria y alrededor de 60% de los ingresos hospitalarios».
  • «En España, 22 millones de personas, cerca de la mitad de la población, sufren patologías crónicas».

¿Es o no es un verdadera pandemia?

Pero, a mi parecer, lo más grave de todo esto no son estos datos, ya de por sí escalofriantes. Para mí, lo más grave es que parece que la solución a este grandísimo problema es crear una nueva sociedad profesional.

Su nombre es: Sociedad Española de Atención a las Personas con Enfermedades Crónicas (SEAPEC). Según un artículo leído en otra revista distinta, también de divulgación médica, se trata de «un foro científico multidisciplinario creado con el fin de abordar la difícil situación de la cronicidad en este país».

Quiero aclarar algo. No dudo que pararse a estudiar un problema desde diversos puntos de vista no sea un actitud inteligente y, posiblemente, la mejor vía para solucionarlo. Hasta ahí estoy totalmente de acuerdo con la creación de las sociedades que sean necesarias.

Pero es que las declaraciones de las personas que copan esta nueva sociedad profesional van destilando más de lo mismo: el enfoque se construye a través de la necesidad de «atender» a dichas personas con afectaciones crónicas.

Debo aclarar las cosas, de nuevo. No defiendo que a este enorme grupo de personas no se les deba atender adecuadamente… pero es que ante este monumental problema pandémico, a mi modo de entender, la solución no es ésa.

¿Qué ha ocurrido para que se haya organizado tal ovillo en la salud de este país… y en todos los que nos rodean? No es que este lío se haya producido a causa de la inflada pandemia covid. Lo que ocurre es que la cosa se ha desmelenado un poco más tras la nefasta medida de cerrar la atención primaria durante tanto tiempo.

Me enseñaron en la facultad de Medicina que para solucionar una enfermedad primero hay que realizar un buen diagnóstico. Y para lograrlo a través de un buen diagnóstico diferencial, es necesario pensar en las diversas posibilidades que hayan podido producir esa alteración.

¡¡Y aquí está el error!!

Ni se les va a ocurrir cuál es la causa, para mí evidente, de la existencia de esta pandemia real: el sistema médico actual ¡¡NO FUNCIONA!! Así de claro.

Se nos ha enseñado a los médicos a diagnosticar las enfermedades con una palabra, más o menos rara o rimbombante, a veces con nombre propio en honor a su insigne descubridor y, a continuación, a poner petachos a los síntomas a través de la farmacología.

O sea, tapar agujeros a razón de una dosis cada 8-12-24 horas… con tierra proveniente de un agujero más grande que se va construyendo mientras las personas continúan con los mismos problemas pero con los síntomas aminorados.

Esta gente no tiene ningún interés en plantearse por qué las personas enferman, y mucho menos por qué se cronifican. Para ellos, simplemente enferman, apareciendo las enfermedades crónicas como de la nada. Y su misión en esta vida, como médicos, es seguir tapando agujeros con la tierra que siguen recogiendo del terreno de al lado una y otra vez.

Una de las cosas que aprendí en mi etapa como médico de urgencias es que esa medicina sirve para sacar a una persona de una situación extrema, dramática… pero que, a continuación, transforma la enfermedad aguda en crónica. Y cuando la cosa se desmadra y no parece haber una solución, aparece la técnica quirúrgica, resolutiva. Para mí, el triunfo de la cirugía (y desde aquí, con total sinceridad, me descubro ante la evolución de la técnica quirúrgica) está mostrando claramente la amarga derrota de la medicina.

La consecuencia de este embrollo es la generación de un sistema de salud (más bien un sistema de enfermedad) de dimensiones apabullantes, con cada vez más centros, más hospitales, con más aparataje, con miles de millones en gastos de farmacia.

Y no hay más. No veo una salida desde el propio sistema a no ser que se den cuenta de que no han llegado a un diagnóstico correcto del proceso. Y eso es dificilísimo de que suceda con el actual sistema de lobbies e intereses económicos que se ha instaurado.

No hay más que ver lo que ha ocurrido con el proceso covid y el fuelle que ha alimentado el desarrollo y la distribución mundial masiva de los productos génicos experimentales, que no vacunas, con la retahíla de efectos adversos y el exceso de muertes sin explicación. Siguen hacia adelante con el proceso sin cuestionar su validez en ningún momento. Al menos así lo veo desde fuera.

Desde esta nueva sociedad profesional de reciente creación, se han propuesto varias líneas de trabajo que van desde «la continuidad asistencial y colaboración multidisciplinaria, la prevención de las enfermedades crónicas, el cumplimiento terapéutico y empoderamiento del paciente y la tecnología y herramientas de ayuda a la cronicidad».

No hay que ser muy observador para llegar a la conclusión de que la finalidad sigue siendo poder «atender», o sea medicar, a las personas de forma permanente (eso del «cumplimiento terapéutico» va por ahí) y que esas mismas personas, «empoderadas», sean las que exijan a la administración más servicios médicos, con más aparatos, más fármacos, cada vez más caros, para seguir tapando sus agujeros.

El presidente de la sociedad destacó que entre sus próximas actividades está la organización de «nuestro primer congreso en octubre de este año». Permítaseme una pregunta malintencionada: ¿Quién va a patrocinar este tipo de congreso organizado por un grupo de sanitarios que se acaba de juntar con buenísimas intenciones?

No quiero despellejar a esta nueva sociedad profesional sanitaria. Es más, tienen todo mi apoyo si se encaminan hacia la disminución de esa enorme lacra que supone la enfermedad crónica.

De hecho, entre otras cosas, afirman lo siguiente:

«… las organizaciones sanitarias deben salir de la zona de confort y tener capacidad de trabajar de manera transversal y multidisciplinaria, incorporando en el sistema a los pacientes.

«Se trata de potenciar todo lo que aporta valor y dejar de hacer aquello que aun cuando se efectúa desde hace tiempo, no lo aporta». [El resalte en negrita es mío]

Como se puede comprobar, meten alguna cuña con la verborrea del sistema. Véase cuando dicen «de manera transversal y multidisciplinaria». Sólo faltaba incluir por algún lado eso de «resiliente, equitativo, inclusivo» y otra serie de términos tan al uso en estos tiempos de agenda 2030.

También promueven la incorporación en el sistema a los pacientes, sin saber que los pobrecicos ya están forzosamente incluidos dentro de la ecuación. Me gusta eso de querer potenciar todo aquello que aporte valor y dejar de hacer lo que no lo aporta, aunque se haya hecho durante largo tiempo.

Ya me gustaría que esta nueva sociedad tuviera éxito en su caminar pero, por lo que voy viendo de sus planteamientos generales, es muy factible que se convierta en otra tribuna más en la que aparezcan de vez en cuando unos profesionales con idénticos discursos al del sistema que ha provocado y está manteniendo esta enorme pandemia de enfermos crónicos.

Mientras no se atrevan a mirar a la enfermedad como algo diferente a una mera alteración de la función de unos tejidos y posteriormente a una alteración de su estructura, no habrá solución. Siguen sin comprender que no sólo somos un conjunto de células, tejidos, órganos y sistemas; no sólo somos un cuerpo que sufre achaques por azar del destino… y de la edad.

Los seres humanos somos mucho más que un cuerpo a cuidar. Y a esas otras partes del ser humano: sus relaciones de amistad, su familia, su actividad laboral, su capacidad de emparejarse con ilusión, su capacidad de divertirse… A todo ello es a lo que hay que atender específicamente… y no precisamente con fármacos.

Por favor, muevan un poco más sus neuronas y con miras un poco más abiertas para poder llegar a un buen diagnóstico de la realidad y así poder dejar de alimentar esta enorme pandemia de la enfermedad crónica.

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Salud para ti y los tuyos.


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6 comentarios en “La gran pandemia

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