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Cada cual es muy libre de preocuparse por cualquier cuestión que tema o le aflija. En el aspecto de la salud, parecería lógico que los mayores motivos de preocupación tendrían que ver con los procesos con mayores tasas de mortalidad.

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

Pues hete aquí que el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) que, según leo en una revista de divulgación médica digital, es una organización de investigación global independiente adscrita a la Universidad de Washington, nos muestra un grupo de diez puntos, para esta organización los más críticos para la salud en el mundo, de cara al año 2023.

Voy a hacer un pequeño inciso a eso que llaman organización «independiente».

Cuando voy a la página web del instituto mencionado, leo que su corta historia (nace en junio de 2007) comienza con una subvención básica de 105 millones de dólares financiada principalmente por la Fundación Bill y Melinda Gates.

En la actualidad, el IHME recibe subvenciones del estado de Washington, así como de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), el Banco Interamericano de Desarrollo, Gavi (la Alianza de Vacunas), el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, el Ministerio de Salud del Reino de Arabia Saudita, Filantropía Medtronic, y el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento.

En 2017, la Fundación Gates otorgó a IHME otra subvención de 279 millones de dólares.

Si se mira este abanico de patrocinadores, me parece que muy poca independencia puede haber en sus orientaciones.

Estos diez puntos son los siguientes: la covid persistente, la salud mental, los efectos del cambio climático sobre la salud, las enfermedades cardiovasculares, las infecciones de vías respiratorias, la diabetes, los accidentes de tráfico, la demencia, el envejecimiento de la población y la pobreza.

No parece que en el listado haya un ordenamiento expreso entre esos diez puntos críticos, pero, como no podía ser menos, en primer lugar menciona la covid, en su forma de «covid persistente» y en tercer lugar veo el dichoso «cambio climático».

Para mí está claro que, por aquí y por allá, no desaprovechan la ocasión para refrescar la existencia de estos fenómenos (covid y cambio climático) y colocarlos encima de la mesa, bien visibles, en primera fila, para que no se nos ocurra olvidarnos de ellos.

Sí que en esta lista aparecen también las patologías con más mortalidad mundial: las alteraciones cardiovasculares, las infecciones de vías respiratorias, la diabetes, los accidentes de tráfico… pero no he visto, por ejemplo, el cáncer en sus diversas variantes. Me parece, al menos, un poco raro.

Para comparar listados, pongo, a continuación, una gráfica de la OMS correspondiente a la mortalidad mundial de 2019.

Se puede ver aquí que, si juntamos las cardiopatías isquémicas y los ictus, las afecciones cardiovasculares están el la cima del ranking. De todas formas, si vemos las cifras que maneja la OMS respecto al cáncer en todas sus variantes, se llegan a casi 10 millones de personas fallecidas, casi una de cada seis muertes en el mundo en 2020.

En las publicaciones de la OMS de los últimos años, hacen una distinción en cuanto a la mayor o menor riqueza de los países en relación al tipo de enfermedades que causan la muerte.

Los países más pobres sufren de mayor mortalidad en neonatos y también por enfermedades infecciosas o transmisibles. En cambio, en los países más ricos, las personas mueren más por temas cardiovasculares, respiratorios y cáncer.

A lo que iba este artículo es que el Instituto «IHME» de la Universidad de Washington, una entidad que aparentemente está centrada en desarrollar evidencia científicamente válida sobre el estado de salud de todo el mundo, por un lado, colocan en la parte alta de su lista al dichoso cambio climático y, por ejemplo, sitúan en la cola a la pobreza.

No hay quien discuta la relevancia del factor económico de las personas y de las sociedades respecto al estado de salud. Innegable. Por de pronto, sin pensar mucho sobre ello, por ejemplo, las muertes por complicaciones neonatales y las enfermedades diarreicas caerían de los primeros puestos de la lista de mortalidad mundial de la OMS al establecer unas mejores condiciones económicas en esas sociedades,.

¿Para qué colocan los efectos del «cambio climático» sobre la salud como uno de los principales puntos, críticos (dicen), sobre la salud en el mundo para 2023?

¿Que me dijeran que la contaminación ambiental, en su conjunto, podría llegar a ser uno de esos puntos críticos? Lo entendería.

Creo que la contaminación es una de las fuentes de enfermedad de las sociedades más aparentemente evolucionadas. Y los factores causales son muy concretos: no hay más que mirar a las industrias de los diferentes ramos y a la permisividad de los órganos reguladores de sustancias.

Pero es que el prestigioso instituto norteamericano coloca los niveles de contaminación aérea, a la que atribuyen el 8% de las muertes a nivel global, en el mismo paquete de los efectos del cambio climático por la generación de temperaturas extremas, inundaciones, etc.

Ya sólo falta leer que la hambruna, que mata a más de 8 millones de personas cada año (y el 80% de ellas son niños menores de 4 años), una realidad que nos acompaña tozudamente años tras año, se deba al cambio climático.

Son capaces de hacerlo. No lo dudo. Para así evitar acusar a la especulación económica de los alimentos, a la injusticia generalizada que permite un reparto de la riqueza del mundo tan falto de equidad, a la explotación del llamado tercer mundo por los mandatarios del primer mundo, etc.

La verdad es que no lo entiendo…

O sí.

No nos dejemos engañar.

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Salud para ti y los tuyos.