Nada es lo que Parece

NO ES LO QUE PARECE(¿Dispones de 5 minutos para leer este texto?)

Una vez que corres el velo del engaño en las publicaciones científicas, es apremiante y a la vez sencillo de sospechar en las comunicaciones que invaden la red y los medios de comunicación.

Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.

Desde organismos tan aparentemente prestigiosos como la FDA norteamericana (la Agencia Pública que garantiza la salubridad de alimentos y fármacos en EE.UU), los CDC (Centros de Control de Enfermedades) norteamericanos hasta los propios estudios científicos en infinidad de casos…

Hoy en día, todo está maleado y condicionado por el más puro interés; a veces mercantil… otras veces por servidumbre al poder. Debe ser muy difícil ser crítico y denunciar a quien te da de comer.

Ejemplos hay a miles en la historia reciente de las publicaciones y recomendaciones. Y no es un tema que ocurre sólo ahora. Lo único es que ahora se está mostrando descaradamente.

La FDA, con sus “puertas giratorias” a la industria, ha ido aprobando fraudulentamente la venta y uso de diversas sustancias, por ejemplo los edulcorantes, un verdadero veneno para nuestro organismo.

La FDA, en su actual función de ser juez a la hora de dar consentimiento para la venta y uso de los inyectables Covid-19, mal llamados “vacunas”, estamos viendo que, a resultas de una sentencia judicial, está dando salida pública de la documentación referente a la solicitud de Pfizer para su inoculación para “Uso de Emergencia”.

Para “Uso de Emergencia”. Una figura que han creado para saltarse “a la torera” los mínimos controles que cualquier fármaco debiera pasar antes de ser utilizados por el público.

En fin. Ya es conocido ampliamente que llegaron a pedir al juzgado que les permitiera utilizar 75 años para publicar esa documentación. ¡¡Qué desfachatez!!

Pues en esos documentos que van sacando a cuentagotas cada mes, se van viendo detalles de ocultación y falseamiento de datos importantes.

Por ejemplo, había 3 informes más de muertes en el grupo de personas inyectadas. Y, además, el investigador descartó la posibilidad de que estuvieran relacionadas con el producto.

  1. Una mujer de 56 años, sin antecedentes médicos de interés, tuvo un paro cardiaco después de dos meses de la 2ª inoculación. Aquí el investigador desechó la relación causal por el tiempo trascurrido desde la recepción de la dosis.
  2. Un hombre de 60 años muere dentro de los tres días siguientes por “probable progresión de su enfermedad aterosclerótica”. El investigador vuelve a descartar la relación causal con la inoculación.
  3. Un hombre de 72 años sufre un síncope a los 20 días de su 1ª inoculación, y a las dos semanas murió por causas desconocidas. El investigador afirmó que no había “ninguna posibilidad razonable” que la relacionara con su participación en el estudio. Para Pfizer “lo más probable es que el síncope haya sido una coincidencia y esté asociado a condiciones clínicas subyacentes”.

Respecto a los eventos adversos graves, de los 117 notificados dentro del grupo de inoculados, el investigador valoró sólo 4 como relacionados con la vacunación. Y en 3 de ellos, Pfizer opinó que no había posibilidad de relación aunque no se identificaran causas alternativas que explicaran su aparición o no había antecedentes médicos relevantes.

Así se pueden leer una larga lista de casos como accidentes cerebrovasculares, arritmias cardiacas, trombosis y embolias, enfisemas pulmonares, síndrome coronario. ¿En qué se basan para negar tan tajantemente la relación con las inoculaciones cuando se ha visto con el pasar del tiempo su relación con, por ejemplo, fenómenos tromboembólicos y cardiacos?

Tampoco consideran los casos en los que hay un empeoramiento de las circunstancias médicas de la persona, aunque estuvieran bien controladas antes de las inoculaciones.

Especialmente de “humor negro” uno de los casos en los que la persona notificó una neumonía como efecto adverso. El investigador del caso no supo achacar el origen de la neumonía… y no se le ocurre otra cosa que anotar que el paciente, literalmente, “contrajo la neumonía en algún lugar”. Y se habría quedado tan ancho.

Si no fuera por lo dramático de las consecuencias de estos hechos, sería un buen texto como para el guion de una comedia tipo hermanos Marx o de nuestros inigualables Tip y Coll.

En otro orden de cosas, la CDC, otro de los “garantes de la salud pública norteamericana”, ha sido pillada utilizando “pura desinformación” en algunos de sus boletines semanales:

  • Boletín del 5 de marzo de 2021: Efectividad del mandato de mascarillas.
  • Boletín del 7 de enero de 2022: Seguridad de las vacunas en el embarazo.
  • Boletín del 22 de abril de 2022: riesgo de covid-19 en niños.

Sería demasiado prolijo abundar aquí en cada uno de los casos. Pero sí ha habido profesionales independientes que han realizado estudios sobre esos boletines. A mí me han llegado estas informaciones a través de la asociación norteamericana Children’s Health Defense, comandada por el abogado activista Robert Kennedy. el artículo en cuestión se puede leer aquí.

La vía utilizada por los CDC para difundir información falsa suele ser la manipulación estadística. Y lo hacen de diversas formas. Por ejemplo, tomando datos de rangos de tiempo muy particulares donde sí pueden resultar como buenas sus informaciones… pero sin considerar márgenes de tiempo mayores en los que los datos finales no son los pretendidos.

A mí, este tipo de cosas me recuerdan a cuando observé una manipulación similar a la hora de intentar demostrar la efectividad de la vacuna del sarampión en EE.UU. Para mostrar el ejemplo, voy a tomar una gráfica muy visual en la que los casos de sarampión descienden vertiginosamente tras la instauración de la vacuna.

CASOS SARAMPIÓN - U.S.A. (1950-2000)Estos datos se han tomado a partir de 1950. Si abrimos el margen temporal hasta primeros del siglo XX y miramos las cifras que realmente importan, las muertes por dicha enfermedad, tenemos otra gráfica totalmente diferente.

MORTALIDAD SARAMPIÓN - U.S.A. (1910-1970)Aquí se puede comprobar sin ningún género de dudas que la disminución de la mortalidad del sarampión no tiene nada que ver con la instauración de la vacuna correspondiente. y por si hubiera alguna sospecha de que las gráficas son falsas, aquí dejo otra de los propios CDC norteamericanos.

MORTALIDAD SARAMPIÓN - U.S.A. (1912-1983)Cada vez estoy más convencido de que en el mundo de la sanidad, y éste, tristemente, no es el único sector donde se pueden constatar estas realidades, lo que puede parecer real… no lo es.

La cuestión es que este tipo de realidad tiene unas implicaciones sociales y de salud tan enormes que deberían llevarnos al más puro escepticismo ante todo aquello que nos llega por vía “oficial”. Es una pena pero no queda otro remedio.

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Salud para ti y los tuyos

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