La Pista del Dinero (2 de 2)
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En la entrada anterior, en la que comencé a escribir sobre este tema, me refería a la relación entre la industria farmacéutica y los médicos norteamericanos. Pero también resaltaba que ese procedimiento del pago «a la remanguillé» se da en todas las esferas de la sociedad. Y, además, es legal.
Como ya es habitual en este blog, y como deferencia a las personas que prefieren escuchar a leer, voy a colgar a continuación el vídeo del texto.
Esos datos que mostré se referían a lo que vemos en EEUU porque, al menos, tienen algo a favor, y es que las informaciones son algo más transparentes que en otros lugares del mundo, incluido nuestra vieja «piel de toro« (España).
¿A quién sirve, por ejemplo, la Asociación Española de Pediatría, con sus recomendaciones constantes de vacunación de nuestros niños a «todo bicho que se menee» por ahí? En esta gráfica, que ya mostré en otra entrada del blog, se ven los ingresos recibidos por varias sociedades científicas en 2020.
Además de sociedades científicas, también hay profesionales que asesoran y/u opinan en los medios sobre las excelencias de las vacunas, y que se llevan a su casa diversos presentes, generalmente dinero en concepto de honorarios y consultorías.
Y no es que me parezca mal que cualquier profesional realice trabajos remunerados sobre su opinión o sobre su experiencia (propia o dictada por las empresas) con cualquier fármaco (vacunas incluidas).
Es lógico, como alguno de los anteriores personajes mencionados ha defendido en los medios, que las empresas de un ramo se fijen y contraten a profesionales formados en el tema o que generan investigación sobre el mismo y no a cualquier otra persona.
Repito: no me parece mal, en absoluto. Y es totalmente lógico que así sea. Lo que sí me parece fatal es que estas personas, a la hora de mostrar sus «opiniones como experto», no citen que en esos temas están sujetos a un conflicto de intereses con las empresas del ramo. Tal cual. No son opiniones neutrales sobre el tema. Son opiniones interesadas.
En otro orden de cosas, nuestros gobernantes, en lugar de atender al bienestar del ciudadano que acude a los «centros de enfermedad» (que no de salud), se ha encargado de cerrar el funcionamiento normal de la atención primaria durante dos años.
Para hacernos una idea de cómo va la cosa en general, tenemos una última encuesta de Facua, una organización de consumidores, sobre la satisfacción de la población en la asistencia sanitaria. El estudio, hecho público por la organización el 1 de junio, se ha realizado en la Comunidad Valenciana pero es fácil que se pueda extrapolar a la totalidad de la población nacional.
Aquí van los datos:
- El 78’3% de los usuarios valencianos tiene que insistir mucho para conseguir contactar con su centro de salud, y ser atendido para realizar cualquier gestión.
- El 19% que le es «imposible» contactar.
Una vez establecido el contacto, ¿cuánto tiempo le cuesta al ciudadano medio conseguir atención médica?
- 37’1% manifiesta que le resulta muy «complicado« y que deben insistir mucho.
- Un 47’1% suelen tener dificultades pero les acaban atendiendo.
- Sólo el 15’8% señala que siempre son atendidos cuando lo necesitan.
En cuanto a los días de espera para tener la consulta:
- El 45’3% de los encuestados nunca tiene cita antes de dos semanas.
- El 38’4% considera que sí es adecuado y que suele obtener cita en menos de una semana.
- Un 16’3% de encuestados creen que es totalmente inadecuado, un mes o más.
Vamos a ver: Yo soy de una generación en la que cuando se llamaba por teléfono para solicitar una visita al médico, se podía realizar la visita el mismo día o, como tarde, al día siguiente. ¿Alguien se acuerda de que eso era «lo normal»? Pues creo que esa realidad no va a constar en ningún libro de historia de la atención médica española.
Respecto al tiempo que dedica el médico a la atención, las respuestas me dejan alucinado:
- El 53’1% manifiesta que es el adecuado.
- El 36’6% a veces lo ve correcto pero otras cree que es poco.
- Sólo el 10’3% cree que se debería dedicar más tiempo a atender a cada paciente.
Aquí tengo que mencionar que mis compañeros de profesión tienen un tiempo muy limitado para ver a las personas que reciben. Tengo en mi recuerdo alguna campaña que se hizo para conseguir «diez minutos» por persona. En este artículo de 2019 se puede ver un plan en Andalucía para disponer por lo menos «7 minutos» para cada paciente, «15 minutos para las consultas de pacientes programados y complejos»…
Al leer este tipo de cosas, si no fueran tan dramáticas e irracionales, literalmente, «me partiría el culo», señoras y señores.
Realmente, es de locos que ése fuera un objetivo cuando se trata de enterarse de lo que le ocurre a una persona que acude con un malestar: escuchar y explorar con tranquilidad, llegar a generar una hipótesis diagnóstica, hacerse entender por el paciente y facilitarle una salida mediante la indicación de un tratamiento o la petición de más pruebas complementarias o la visita de un especialista.
¿Todo eso en 7-10 minutos? Y va y en la encuesta sólo un 10’3% piensa que debería dedicarse más tiempo a la consulta médica… La verdad es que no lo entiendo.
En el caso de la atención primaria:
- Al 48% en alguna ocasión le ha atendido un profesional distinto.
- Al 38’5% le atiende el mismo profesional.
- Para el 13’5% es habitual que le atiendan profesionales distintos.
En cuanto a la atención telefónica:
- El 50’4% indica que no puede contar con la misma facilidad los síntomas que de manera presencial.
- El 39’6% no entienden con la misma facilidad los consejos y prescripciones médicas por teléfono.
- El 62’7% de los encuestados no se siente igualmente satisfecho con la atención presencial como con la telefónica.
En la atención especializada:
- El 74’1% considera que pasa mucho tiempo hasta que llega la cita con el especialista, un mes o más.
- La gran mayoría de los encuestados que han necesitado una intervención quirúrgica (el 59%) han tenido que esperar más de 180 días para su realización.
Hay necesidad de mayores presupuestos destinados a la generación de mayores plantillas en atención primaria. La realidad es que en la última oposición MIR se han quedado sin cubrir unos cientos de plazas de formación de médicos de familia… ¿Por qué será?
En las últimas noticias respecto al intento de «cuadrar» las plantillas de atención primaria en distintas autonomías, las plazas ofertadas y las condiciones en las que se han ofertado ha hecho que no se hayan cubierto ni la mitad de la mitad.
Mientras tanto, sigue subiendo año tras año el gasto sanitario público…
Y el gasto farmacéutico ronda el 25% del presupuesto… Es evidente que una cosa (la falta de asistencia o la asistencia deficiente en la atención primaria) tiene que llevar a un mayor gasto sanitario: más pruebas, más recetas, más gasto.
Para otro día voy a dejar ese intento desesperado de prevenir desmesurada e irracionalmente todo tipo de enfermedades a través de pruebas que causan más problemas que lo que intentan prevenir…
¡Cuánto gasto de recursos superfluo!
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Salud para ti y los tuyos