¿Qué es más Peligroso?

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Parece que se ha levantado la veda para el "tira-pichón". Me refiero a esa dinámica de acción-reacción en la que nos movemos, aunque no siempre tengamos consciencia de ello.

Tras las críticas tan feroces que se están vertiendo hacia todo lo que no esté certificado como "científico" en el área de la terapia y las medicinas complementarias o alternativas, ahora toca observar las respuestas (lógicas) de la otra parte hacia las "bienaventuranzas" del lado científico. Estamos en la dinámica infantil del "y tú más", y que conste que no estoy criticando la respuesta que el sector atacado está ejerciendo, pues estamos en un conflicto tremendamente desigual: David contra Goliat.

En mi anterior entrada al blog, ya decía que en la actualidad se ha instaurado en la administración, azuzada por los estamentos médicos en su conjunto, las asociaciones de pacientes (todas ellas sufragadas por la industria farmacéutica) y las asociaciones de escépticos, una lucha sin cuartel en contra de todo lo que huela a discordancia a lo establecido en la tarea de acompañar y ayudar a sanar a las personas enfermas.

Y todo ello, porque lo que hacemos no está verificado por estudios científicos de solvencia académica. Y se les llena la boca diciendo que detrás de lo que hacemos no hay "evidencia científica", no sirviéndoles la experiencia personal que cada uno pueda tener.

Así las cosas, acabo de leer una de las respuestas que se están produciendo en el otro lado de las trincheras. Proviene de la newsletter "Medical News" del día 15 de Noviembre (dejo aquí el enlace para quien quiera leer el artículo). En este texto hace referencia a la revista "Discovery DSALUD", que es una abanderada en nuestro país de la Medicina holística y patrocinadora de esta newsletter. Entresaco algunos contenidos:

Hace varios años se realizó un estudio publicado en la revista "British Medical Journal", de prestigio sin par en el ámbito médico científico, en el que se analizó la eficacia de los tratamientos convencionales (al final se llegaron a estudiar 3.000), con los siguientes resultados:

  • Sólo el 11% de los tratamientos son claramente beneficiosos.
  • El 24% pueden ser "algo beneficiosos".
  • El 7% están entre beneficiosos y dañinos.
  • El 5% es poco probable que sean beneficiosos.
  • El 3% pueden ser ineficaces y/o dañinos.
  • Del otro 50% no se sabe nada. (???????)

Sigue diciendo la revista que, dado que sólo el 35% de los tratamientos convencionales han demostrado su eficacia, por la misma regla de tres, si se mide con el mismo rasero con el que están abominando de lo que llaman "pseudoterapias", deberían prohibirse el 65% restante de los tratamientos convencionales que los médicos utilizan en los hospitales y clínicas.

Si nos ceñimos a los hechos, la lógica del planteamiento es aplastante, ¿no?

Por no decir que tanto el Consejo de Europa (ya en 1999) como la UNESCO (2012) como la OMS (2014) ha abogado por integrar las prácticas de medicinas populares, tradicionales, complementarias y alternativas.

Desde este tipo de instancias internacionales se ha instado a los gobiernos a permitir el acceso a los ciudadanos a estos tratamientos ahora criticados como superchería, a la vez de a respetar la libertad de elección de los médicos que las practican y de sus pacientes.

Lo que realmente debería hacerse es estudiar los fenómenos de estas prácticas (ahora cuestionadas ciegamente) que aún no se entiendan, para llegar a la mayor comprensión de cómo actúan en el ser humano a la hora de generar cambios en el estado de salud/enfermedad. Ése ha sido el lema universitario por excelencia: dar luz a lo que se desconoce.

En cambio, lo que estamos presenciando es un retorno a la caza de brujas.

… Continuará…

Salud para ti y los tuyos.


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