Somos lo que Comemos

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Aunque en mi práctica profesional no dedico mucha energía a los temas de alimentación (al final, la vida te centra en temas específicos…), soy consciente de la importancia de este factor sobre la conformación de un estado de salud en el ser humano. Eso de que “somos lo que comemos” (semejante a “somos lo que pensamos”) es una gran verdad, dado que nuestra propia realidad corporal se genera a través de los ladrillitos obtenidos por los alimentos que ingerimos.

Y como no hay muchas verdades absolutas, también podemos escuchar otro tipo de informaciones que a más de un@ le resultarán, cuando menos, “peregrinas”. Por ejemplo, el caso de personas que no comen sino que se alimentan del Sol, con la práctica del “Sun Gazing”, traída a Occidente por Hira Ratan Manek. Por las características orográficas del pueblo donde vivo (valle rodeado de montañas), no he podido experimentar en carne propia pero sí conozco a personas que han comenzado esta práctica.

 

Para el resto de los mortales que nos seguimos alimentando de otros nutrientes varias veces al día, los propios alimentos constituyen algo básico para nuestra subsistencia. Y si nos construimos con lo que comemos, será necesario preservar al máximo la salubridad de estas sustancias. Por eso, cualquier noticia que tenga que ver con la aparición de productos tóxicos en los alimentos, es de vital importancia.

En estos días me han llegado unas noticias que pueden inquietar a las personas conscientes de lo escrito anteriormente. En esta entrada me refiero a ellas.


Tras un litigio judicial entre la organización “Oceana” y el Gobierno español, hemos podido saber que, desde 2003, se nos ocultó una información muy importante sobre contaminación alimentaria. El Instituto Español de Oceonografía elaboró un informe en Diciembre de 2003 en el que, entre otros datos que sí se mostraron a la población, se mostraba de que:

“El 62,5% de las 128 muestras de marrajo superaba el nivel máximo permitido de mercurio. El 54,2% de las muestras de pez espada estaban por encima del límite legal en mercurio y el 79% excedían el límite de cadmio. En la tintorera, el número de muestras con concentración superior a la permitida baja hasta el 50%.”


A esta actitud de nuestra autoridades, yo le llamo falta de transparencia, engaño y lo que a cada un@ se nos pueda ocurrir, con los perjuicios que pudieran derivar de ello sobre la salud de la población. En lugar de bajar la cabeza y reconocer que no ha estado bien…, responden desde Medio Ambiente que el informe se consideraba como algo “interno”. ¡¡Qué desfachatez!! Visto lo visto, ¿a cuántas informaciones se nos negará el acceso porque “no nos interese”, “no nos convenga”, u otras estupideces similares?


Suelo leer un boletín de noticias sobre el sector primario que se edita en Baleares y, en una de las noticias, veo que nuestra ministra de Sanidad, Leyre Pajín, licenciada y doctorada en “pasillos y despachos” de la organización PSOE, que no en otras ramas del saber, sale al paso de la misma organización “Oceana”, que promueve la eliminación del mercurio en los procesos industriales del Cloro por ser origen de la intoxicación de nuestros mares y océanos (a través de túnidos y otros depredadores mayores), algo que debería haberse ya producido en 2007, según una normativa europea y que, de manera ilegal (según “Oceana”), se ha pospuesto en España hasta 2020.

Pues bien, Leire Pajín nos dice con rotundidad que no nos tenemos que preocupar, que comer pescado azul en estas condiciones es sanísimo y que no hay peligro de ninguna clase, después de que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) hubiera aconsejado evitar el consumo de pez espada, tiburón y atún rojo a las mujeres embarazadas, mujeres en edad fértil o en periodo de lactancia y niñ@s menores de tres años. ¿Nos vamos aclarando?


Tras la ya comentada (en una anterior entrada del blog) aprobación por parte del Parlamento Europeo y la Comisión del “cero técnico” (que no es “0” sino un 0,1%) respecto a la presencia de producto transgénico en los alimentos importados por Europa, ahora, el Codex Alimentarius, un organismo internacional, otro de esos grandes “mamotretos” lleno de burócratas y técnicos, oficialmente integrado en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y dependiente también de la FAO y de la OMS, da paso libre al etiquetado de los productos transgénicos.


Bueno, ¿y qué? A primera vista, puede ser incluso una buena noticia puesto que, hasta ahora, había países que al pretender etiquetar productos transgénicos en los alimentos se las veían con una demanda judicial por parte de la antedicha OMC porque ese tipo de práctica interfería las vías de libre comercio o algo por el estilo… (como decía mi difunto ex-suegro en ocasiones en las que estaba frente a algo inaudito: “esto es como para ir a mear y no echar ni gota”).

Pero, a través de este tipo de normativas, lo que en verdad se produce es una “normalización” de lo transgénico, que ya no se podrá evitar (hablando en Europa) hasta un contenido de 0,1% en cualquier alimento, y aparecerá en las etiquetas como si fuera uno más de los componentes del alimento. No hay que perder de vista que este tipo de “políticas” se marcan a grandes plazos hacia adelante.


Tras unas primeras fases de intento de incursión en la población a través del convencimiento, mostrando la cara amable de la biotecnología, apoyado por la publicidad de los medios de las grandes corporaciones, viene la fase de lucha entre las corporaciones y la resistencia de los sectores más concienciados (ecologistas, medioambientalistas…), para pasar a una fase de aparente claudicación (“ni todo para ti ni todo para mí”) en la que se van conquistando cotas de poder, de posición, en el mercado…

Es como lo que ocurre en otras negociaciones:

  • apuesto por conseguir 10,
  • lucho por 10, pero en mi fuero interno me conformo con 5,
  • claudico consiguiendo 5, dando a entender que he perdido en la negociación, pero es un primer paso para establecer otra futura negociación en la que llegaré, sin ningún lugar a duda, a ese 10 (que servirá de base para otros propósitos futuros, claro).

Así se le va engañando a la población en diferentes aspectos de la vida social (¿habéis visto el ‘.pps’ sobre la ranita?). Pues eso.


Por otro lado, el Parlamento Europeo propone cesar en la prohibión de alimentar a los animales no rumiantes (por ejemplo, a cerdos y pollos) con piensos en los que haya harinas producidas con restos de animales. Lo único que se cuidará es de que no haya canibalismo, es decir, que no se empleen restos de la misma especie de animal a la que vaya destinada como pienso esa harina.


Si recordáis, la prohibición de utilizar harinas de animales para la alimentación de otros animales no carnívoros vino tras el patético suceso del mal de las vacas locas, provocado a finales de los 80 en Europa por la alimentación de ganado vacuno con harinas de vaya usted a saber qué origenes (incluidos restos de otros animales).

Aunque, a mi entender, un cerdo puede considerarse un animal omnívoro (que puede comer de todo), ¿habéis visto alguna vez a un pollo o a una gallina alimentarse de otros animales que no sean orugas u otros bichos por el estilo? ¿Qué nos prepara el destino a través de semejantes decisiones de los políticos de turno en las altas instancias europeas? ¿Hasta cuándo semejantes dislates? ¿Hay alguien interesad@ en socavar la salud de los seres humanos o hay una epidemia de idiotez en la clase política de turno?¿Hay alguien que salga beneficiad@ de este tipo de decisiones, ajenas a un mínimo sentido común?


Y como cada vez el personal se está dando cuenta de que en los alimentos hay una infinidad de porquerías, también los científicos se están esmerando en dar con las pruebas para detectar esas sustancias. Así pues, Evaristo Ballesteros, investigador de la Universidad de Jaén, ha publicado un estudio en el que demuestra la posibilidad de identificar simultáneamente hasta 20 sustancias (antiinflamatorios, antibióticos, hormonas y otras especies…) en diferentes tipos de leche.

Este investigador ya ha mostrado la presencia de varios fármacos (antiinflamatorios, hormonas,…) en distintas leches (sobre todo en la de vaca pero también la humana) pero parece que no quiere dar una noticia de corte sensacionalista hasta realizar mayor número de estudios en diversas leches… En fin, ¿qué sorpresas nos deparará el futuro?

Salud para ti y los tuyos.


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4 comentarios en “Somos lo que Comemos

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