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Estamos ya en vísperas de una de las fiestas tradicionales más populares en gran parte del mundo: las navidades. Y no sólo hablo del mundo cristiano sino también de todas las culturas antiguas.
Estamos en unas fechas en las que cambiamos de tesitura en varias cuestiones: de estación, de clima, de año… Tradicionalmente, independientemente de la cultura a la que pertenezcamos, con ligeras variantes, es una época del año en la que nos deseamos lo mejor unos a otros.
En nuestra cultura, estas fechas del año las relacionamos con la familia. Y, como en todas la culturas, desde las más primitivas a las más actuales, más o menos soterradamente, hacemos gastos extras en nuestra cesta de la compra para celebrar estas fechas.
Una vez pasado ya el aluvión yankee del “black-friday”, desde comienzos de Diciembre se nos acerca la costumbre de ir pensando en los regalos navideños a nuestros seres más cercanos.
Ya he recibido la primera felicitación navideña (de hecho, ya he recibido varias). Esta primera felicitación ha venido con el motivo visual que veis en la cabecera de esta entrada. Es una composición escultórica realizada por mi amiga Mª Cruz (gracias por estar ahí y por tu gentileza al permitirme utilizarla).
Tal y como escribí a la lista de mis contactos más próximos a mi zona geográfica, estamos viviendo unas fechas en las que, astronómicamente, ocurre un hecho único en el ciclo anual: el Sol comienza a hacerse notar en el momento en el que el “imperio de las tinieblas” (la oscuridad, la noche) está en su máximo poder.
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